Hace sesenta años, cuando me marché a Barcelona a estudiar para ingeniero industrial, en España un insulto habitual era llamarle a uno de una forma hiriente "gallego". En aquellos años 50 del siglo pasado en Barcelona y en Cataluña el nivel cívico, económico y cultural era sin duda el más alto de España.

Fueron años de llegada de gente de toda España y fundamentalmente de andaluces. Entre los años 55 y 65 del pasado siglo llegaron cientos de miles de andaluces en busca de trabajo. Los gallegos en Cataluña estaban muy bien vistos por su seriedad y por su espíritu de trabajo.

Los andaluces,que no gozaban de gran prestigio por su fama de vagos, tengo que decir que en aquel entorno de trabajo y con un clima no tan sofocante como el de Andalucía, fueron unos trabajadores muy eficaces y conocí empresarios andaluces afincados en Barcelona que gozaban de gran prestigio.

En aquel entonces se metían con nosotros diciendo que cuando un gallego está en una escalera nunca se sabe si sube o si baja.

Cuando a un gallego se le pregunta algo siempre responde "depende" y otras veces responde con otra pregunta.

Yo siempre respondía con humildad que el gallego no era un ser superficial y que era profundo y un poco filósofo.

Hoy el gallego goza de prestigio y a eso han contribuido hombres valientes como Miguel Ángel Blanco, que con su sacrificio fue el principio de la destrucción de ETA. Aquella ejecución sirvió para conmocionar a toda la nación española.

Hace pocos meses, Ignacio Echevarría, de origen gallego, fue víctima mortal al enfrentarse con un terrorista en Londres y evitar muchas muertes.

Pero en Galicia hay en el mundo empresarial industrias que son ejemplo a nivel europeo y mundial. Tenemos la empresa de moda más importante del mundo: Inditex.

Citroën en Vigo es la factoría más eficiente de todas las que la gran multinacional francesa tiene en el mundo.

Galicia es la referencia a nivel mundial en el trasplante de órganos en que se ponen en valor la logística, la coordinación y la generosidad de muchísima gente.

En el mundo de la comunicación tenemos a hombres gallegos como Bieito Rubido, director de ABC, que con su buen hacer está consiguiendo aumentar la tirada de este diario en un mundo muy difícil para los periódicos.

Gallegos son José María Carrascal o Fernando Ónega, analistas políticos de primer orden.

Gallego es el director de Faro de Vigo, Juan Carlos da Silva, que empezó como becario y terminó hace unos años como director de este importante diario regional.

Tenemos en Vigo las Cíes que cuando las visito me hacen creer que el paraíso terrenal debió estar allí. Tenemos motivos para estar orgullosos de ser gallegos, es un título añadido.

Miembro del Club 55