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tRIBUNA LIBRE

El algoritmo del PXOM

Un algoritmo es una sucesión de operaciones organizadas cuyo fin es solucionar un determinado problema. Respecto al cómo y quién decide sobre la secuencia no existe duda -en un país donde se decidió regular por encima de todo-, la norma es la legislación, en este caso, la Ley del Suelo. Despejada la primera incógnita llegamos a la siguiente; ¿es posible que un documento pueda estar tramitándose más de ocho años con el conocimiento de 21 personas de un total de 37.300? ¿Falla el algoritmo? Parece que no, la Ley es clara, en su artículo uno impone la participación ciudadana en la búsqueda de un consenso dentro de los márgenes establecidos por la propia Ley. Siendo así, ¿porqué en estos casi nueve años se ha evitado la participación ciudadana en la formulación de la revisión del PXOM?. ¿Existen motivos para tanto secreto? En la fase de la elaboración del planeamiento y en la era de internet es altamente recomendable administrar con grandes dosis de transparencia.

Lo anterior tiene relación con la nueva publicación del mejor libro de Jane Jacobs (1916-2006) Muerte y vida de las grandes ciudades (1961). Esta mujer -sin formación académica en la materia- adelantada a su tiempo y dotada de una perspicacia admirable, realizó una perfecta disección del fenómeno urbano. El libro es de fácil lectura y aconsejable para analizar fenómenos actuales como la gentrificación, aunque lo más sorprendente es la rabiosa actualidad de un libro redactado hace 50 años. El transcurso del tiempo ha demostrado que Jacobs consiguió poner en evidencia los errores cometidos por los grandes urbanistas de su tiempo. En su libro -que muchos tacharon de ingenuo- incide en aspectos básicos; en que el sentimiento de comunidad no se genera con normativa sino a través de la creación de espacios de convivencia; en la importancia de la participación de la comunidad en la agenda urbana. La autora en ningún caso justifica la ciudad sin planificar, defiende otro tipo de planificación, la que tiene que ver con la experiencia cotidiana de las personas lo cual les capacita para decidir el espacio urbano que quieren y necesitan. Con sus palabras, "no hay ninguna lógica que pueda ser impuesta a la ciudad; la gente la hace, y es a ella, no a los edificios, a la que hay que adaptar nuestros planes".

Vilagarcia está en condiciones de afrontar un futuro consciente partiendo del conocimiento y mayor respeto hacia nuestro pasado y, puesto que, si bien las ciudades fueron antes la causa de todos los males debemos aprovechar que ahora afortunadamente son la mejor solución a muchos de ellos. Por tanto, el desafío debe ser: Vilagarcía conectada, amigable, sostenible (connected, friendly and sustainable).

*Arquitecta de Vilagarcía

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