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Google: ¿ángel o demonio?

Se debe aclarar en primer lugar que la sanción de la Comisión Europea a Google alude específicamente al servicio de comparativas de precios

Se debe aclarar en primer lugar que la sanción de la Comisión Europea a Google alude específicamente al servicio de comparativas de precios, al considerar que se da un trato preferencial a sus propios servicios.

A pesar de ser una empresa estadounidense, se da la paradoja que en Europa el porcentaje de utilización (90%) es superior al de EE UU (80%). Esta circunstancia justifica uno de los dos elementos necesarios para la sanción: la posición dominante. La segunda condición, el abuso de esa posición, se justifica en la suposición de que una búsqueda para comparar productos muestra antes los propios de Google con independencia de que ofrezcan mejor relación calidad-precio. La práctica habitual de los usuarios de restringir los resultados a los mostrados en la primera página del buscador limita enormemente el poder llegar a resultados de empresas competencia del gigante tecnológico.

La sanción se basa, por tanto, en que la operativa del servicio del navegador impide competir en igualdad de condiciones a otras empresas, imposibilitando una elección de servicios en escenarios equiparables, lo que supone un freno a las posibilidades de innovación.

¿Pero esto es realmente así? ¿Utilizamos solo el navegador (y Google no es el único aunque a veces lo parezca) para buscar productos y servicios? ¿No es cierto que cada vez acudimos más a empresas como Facebook, eBay o Amazon para los procesos de compra y que además la publicidad se está desplazando a estas plataformas?

Estamos hablando de una empresa que ha desarrollado muchos de los productos más innovadores que conocemos, muchos de los cuales han llegado a cambiar nuestros hábitos y costumbres. Además del propio buscador, creó herramientas como Youtube, Google Maps, Android o Gmail. En la actualidad está trabajando en proyectos tan disruptivos como los vehículos sin conductor. Resulta curioso, cuando menos, que sea sancionada por limitar las posibilidades de innovación de los demás.

La empresa ocupa en la actualidad la segunda posición en el ranking de empresas más valoradas a nivel mundial del año 2016, elaborado por la consultora Interbrand, solo detrás de Apple. Por cierto, hay 6 tecnológicas en las 10 primeras posiciones, muestra del cambio de era que estamos viviendo. Pero ni siquiera la propia Google debe poder escapar a la aplicación de las normas de disciplina de la competencia y el mercado.

Es difícil discernir, al menos desde una perspectiva tecnológica, si la sanción es justa o no, o si es proporcionada o excesiva. Pero no cabe duda de que Europa está lejos de tener empresas con la capacidad de innovación de las citadas y que sean competitivas en el nuevo modelo económico. ¿Cuántas compañías tecnológicas europeas que ocupen puestos destacados en la anterior clasificación seríamos capaces de citar? Tal vez este sea el quid de la cuestión y el foco en que la Comisión Europea debería centrar la mayoría de sus esfuerzos.

* Presidente del Colegio Profesional de Ingeniería informática de Galicia

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