Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

En cierta ocasión, cuando trabajaba con Gemma Nierga en "La Ventana", viajamos a una ciudad pequeña para realizar desde allí el programa. Unos minutos antes de comenzar, llegó la noticia de que un conocido escritor había muerto. Gemma reunió a su gente para decidir qué parte del guion se levantaba y si se le dedicaban los 20 minutos de antes de la publicidad o los de después. Los colaboradores externos, asombrados por los reflejos del equipo, paseábamos inquietos alrededor de la mesa en la que discutían. Cabía también, claro, la posibilidad de dedicar todo el programa al escritor eximio (qué rayos significará eximio), pero nadie tenía la seguridad de que ese esfuerzo estuviera a la altura de su importancia. Unos aseguraban que sí, otros que no y algunos ni que sí ni que no. Era preciso contar además con la dificultad de hallarnos fuera de Madrid y de Barcelona, donde habría sido relativamente fácil hacer desfilar por la emisora a amigos o admiradores del finado para arrancarles un recuerdo o una anécdota. Estaba el teléfono, pero el teléfono es el enemigo del directo.

Yo llevaba poco tiempo en la radio y no me había acostumbrado a estas situaciones en las que la actualidad te obliga a cambiar de arriba abajo el programa minutos antes de entrar en antena. Ignoraba la adrenalina que produce ese hecho, también el pánico de abrir el micrófono sin la red de seguridad que proporciona un buen guion. Como admiraba mucho, además, al escritor muerto, no entendía que se hablara con aquella frialdad (necesaria, sin embargo) del asunto. Entonces, aunque nadie me había dado vela en aquel entierro, interrumpí al grupo y dije:

-A ver, cuando yo me muera, ¿vais a ser tan mezquinos conmigo? Que si los 20 minutos de antes de la publicidad, que si los 20 de después?

Gemma se levantó, vino a darme un beso y dijo que cuando yo muriera no se hablaría de otra cosa a lo largo de su programa, lo que me conmovió hasta el tuétano. Muchas veces he fantaseado con la posibilidad de morirme, incluso de morirme en antena, para ver si cumplía. Pero ya no podrá ser a menos que me muera antes del 7 de julio, que no digo que no, para ver si cumple. Me lo debe.

Compartir el artículo

stats