Las misiones comerciales en el exterior puede ser una herramienta útil para la internacionalización de una economía. Y es muy razonable que un gobierno autonómico y su Presidente dediquen una parte de su agenda a esa labor. Pero, obviamente, no todos los esfuerzos son igual de rentables ni inteligentes. Vayamos por partes.

Lo primero es la fijación de objetivos. Hay que estudiar dónde y para qué se va. Focalizar los esfuerzos es fundamental. Captación de inversiones exteriores o encargos; economías emergentes o mercados más maduros; qué sectores tienen más interés priorizar? existe todo un trabajo previo de análisis estratégico imprescindible.

Lo segundo es buscar sinergias con otros esfuerzos públicos o privados similares o complementarios. Desafortunadamente, la descoordinación es algo muy habitual en España.

Lo tercero es la organización con tiempo de la agenda y del listado de miembros de la misión para optimizar esfuerzos y evitar que las misiones se acaben convirtiendo en excursiones con más componente de placer que de negocios.

Y lo último es la evaluación ex-post de los resultados. Desconozco si alguna vez alguien ha hecho en la administración gallega una evaluación de los efectos de una misión en el medio plazo. Desde luego, las empresas lo hacen, para aprender de los errores y no volver a cometerlos.

Sin duda, China y el sector alimentario me parecen buenas elecciones. Sería estupendo que dentro de un tiempo se hiciese público ese informe de evaluación sobre los resultados conseguidos.

*Director de GEN (Universidad de Vigo)