La oferta y la demanda son las vacas sagradas de la economía. El perogrullo recuerda que, para que alguien pueda vender, tiene que haber alguien que compre. La tangente donde se unen ambos acaba por resolver el precio final. Es fácil, como fácil es también entender que un fondo quiera vender acciones a cuarenta o cincuenta céntimos si antes había comprado a menos de cinco. Es lo que hizo el miércoles el fondo Broadbill Investment Partners, de momento máximo accionista de la vieja Pescanova (Pescanova SA), con unas plusvalías de en torno al millón de euros. O Carolina Masaveu, defensora del regreso al parqué y una de las primeras en abandonar el barco cuando volvió a surcar la renta variable. Obtuvo un beneficio superior a los 800.000 euros. Ayer solo la asturiana había comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) su nueva posición como exaccionista. ¿Quién ha estado comprando?

Los grandes fondos han dado orden de entrar en el capital a menos de diez céntimos, un umbral que en la sesión de ayer quedó lejos. La acción se depreció un 14,81% tras una jornada de enorme volatilidad, en la que marcó caídas de entre el 3 y el 25%. Se transaron más de nueve millones de títulos (el 32% del capital) por dos millones de euros. Con la capitalización actual de la vieja Pescanova, que solo posee el 1,6% de la verdadera multinacional pesquera, Nueva Pescanova, esta última tendría un valor sobre el papel de 413 millones de euros. Con los volúmenes del miércoles, en su reentré tras cuatro años suspendida en el Mercado Continuo, comprar la compañía de Chapela supondría un desembolso teórico de 600 millones. Tener la propiedad de la antigua matriz es una puerta de entrada para el capital de Nueva Pescanova, que mantiene el formato de sociedad limitada pero que prevé salir a Bolsa en 2019. Este es el pastel que ofrece la sociedad en Bolsa para quien quiera arriesgarse y arriesgar su dinero.

"No se puede defender la cotización de esta manera, con este camino vamos hacia la liquidación", teme un accionista. Otro, uno de los principales de la compañía, sospechaba ayer que eran los bancos del llamado G7 los que estaban comprando los títulos en Bolsa. "Se quitarían un problema del medio al controlar la vieja Pescanova, que siempre le ha dado problemas" y a la que deben abonar cada año 255.000 euros, además de prestarle servicios jurídicos y administrativos gratis (por un máximo de otros 200.000 euros al año). Pero fuentes financieras negaron de forma tajante esta posibilidad. Quien sea que esté comprando las acciones no es la banca acreedora. El resto de los principales socios que podrían deshacerse de su participación (Manuel Fernández de Sousa o Alfonso Paz-Andrade tienen su patrimonio bajo embargo) no comunicaron nada a la CNMV. Lo que está claro es que el accionariado ha dado un vuelco y que en el consejo de la pesquera tienen derecho a entrar por contrato.