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El ruido como contaminante

Definida la contaminación como la liberación artificial, directa o indirectamente, de sustancias o energías que causan efectos adversos sobre el ser humano o sobre su medio ambiente, el ruido se identifica como un sonido no deseado y se considera un agente contaminante que, frente a otros, solo es detectado por un sentido.

Su acción, por otra parte, está presente a lo largo de grandes períodos de tiempo, produciéndose además con poco consumo de energía y a bajo coste, pues esta es una energía sobrante o indeseada. Por este motivo, ya fue definido como agente contaminante del medio ambiente en la Conferencia de Estocolmo de 1972, hecho que implicaba la toma de medidas protectoras y correctoras ante el nuevo contaminante.

Han pasado ya 45 años y este contaminante es uno de los que está generando más conflictos sociales. Es ese precio del progreso, no racional, que nos lleva a confundir los derechos y deberes de la ciudadanía, cuando, en rigor, sus efectos se podrían mitigar si estableciésemos cívicamente los derechos inviolables de las partes sociales que intervienen en el conflicto.

El ruido ha tenido variadas definiciones, característica que corrobora el dicho de que a más interpretaciones sobre un tema menos exacta es la teoría que lo sustenta. Véanse algunas de ellas: 1ª.- Cualquier sonido no deseado. 2ª.- Un sonido confuso y discordante (el sonido es un bien deseable y el ruido un residuo). 3ª.- Un factor de distorsión ecológica al constituir parte de la desarmonía social (el ser humano está fisiológicamente constituido para habitar un mundo tranquilo). 4ª.- Es un contaminante invisible. 5ª.- Es todo sonido inoportuno. 6ª.- "La vida es una historia de furor y ruido contado por un idiota" (Shakespeare). 7ª.- Puede considerarse como el precio del progreso.

En relación con esta última acepción, según cálculos globales realizados en 17 países europeos, el coste estimado del ruido, fundamentalmente debido al transporte, asciende a un 0,65% del PIB. En esta determinación se tuvo en cuenta el cambio de valor que experimentan las propiedades inmobiliarias sujetas a perturbaciones acústicas, los costes inherentes a las medidas de disminución, de eliminación o de prevención, así como los relacionados con la asistencia médica y las pérdidas de producción que conlleva.

El incremento de la densidad poblacional, la mecanización de la mayor parte de las actividades y el desarrollo espectacular de los medios de transporte, tanto de personas como de mercancías, condicionan que el ruido adoptase categoría de problema ambiental serio. Actualmente se reconoce como una de las variables prioritarias cuando se valora la calidad de vida que ofrece un núcleo urbano.

El control del ruido en su origen sería la mejor solución para disminuir la intensidad de este contaminante. Para el caso de la fuente emisora, fundamentalmente vehículos, se tendrá en cuenta que a velocidades bajas predominará el ruido producido por el motor, mientras que si son altas lo será el ocasionado por la rodadura (contacto entre el pavimento y el neumático). La reducción del ruido del motor está relacionado con el desarrollo de nuevas tecnologías, residiendo aquí su reto futuro; así como también los nuevos tipos e investigaciones de pavimentos y neumáticos.

Una política de protección ambiental de ruidos precisa de la ordenación acertada de los usos del suelo urbano, del civismo de sus habitantes y, sobre todo, del interés público para su solución. La prevalencia de criterios medioambientales sobre los urbanísticos ya fue puesta de manifiesto en Auto del Tribunal Supremo hace más de 25 años.

*Profesor Emérito de la Universidade de Vigo

Artículo redactado con motivo de la celebración del Día Mundial del Medioambiente.

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