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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las "cumbres"

Lo más difícil de las "cumbres", que son esas reuniones a las que acuden los principales dirigentes de países con frecuencia amigos para ratificar sus buenas relaciones y, de vez en cuando, los adversarios para ver de arreglarlo, no es tanto que se celebren, y ni siquiera que lleguen a acuerdos, sino que, después, pasen de las palabras a los hechos, porque cuando retornan los protagonistas a sus lares empiezan los equipos de asesores, con más tiempo por delante, a buscarle tres pies al gato.

Es por eso por lo que, al menos en opinión de quien esto escribe, lejos de dejarse llevar por el entusiasmo de las grandes declaraciones, los observadores harían mejor en establecer un plazo razonable a partir de las clausuras para, después, pasar revista al estado en que se encuentran las grandes palabras que suelen incluirse en los discursos protocolarios. Y no se trata de desconfianza, conste: solo de la experiencia acumulada en estos últimos años en los que tanto se habló.

En ese sentido, la última "cumbre" hispano portuguesa que se acaba de cerrar parece calcada de otras anteriores, aunque con diferentes protagonistas. Cierto que no ha habido demasiadas frases rimbombantes, pero en cambio sí algo singular: que los conservadores españoles hayan logrado allí con los socialistas lusitanos algo que buscan, pero no encuentran aquí con sus compatriotas: colaboración y pactos. Parece que lo del "no es no", con un tripartito "a sinistra" no es un artículo de fe. Hosanna.

(Ya puestos, y como la memoria debe servir para algo, no está de más recordar que el líder del PSOE, don Pedro Sánchez, fue a Lisboa, en los albores de la primera campaña electoral, para estudiar el modelo portugués y su aplicabilidad en España. Y o no se lo explicaron bien o lo entendió mal, porque mientras allí el PS y el PSD firmaron juntos, por ejemplo, los Presupuestos, aquí se armó la de San Quintín. O la de Aljubarrota, a saber, porque eso depende de las interpretaciones y sus autores.)

Sea como fuere, y a poco que se repasen las agendas, su contenido y resoluciones, se confirma que son más o menos lo de siempre: planes, proyectos y plazos, pero sin fijar con exactitud las cuentas ni determinar quién pone los cuartos y cuánto corresponde a cada cual. Aparte de "pequeños" detalles sobre un tren que se quiere mejorar, pero que para ello aún no se sabe por dónde llevarlo y cuál será su presupuesto. Y de lo demás, poco.

¿Verdad??

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