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La mona Chita superstar

La mona Chita fue la gran atracción del parque infantil tras su llegada desde Brasil en noviembre de 1954, pero enseguida mostró síntomas alarmantes de inadaptación a su nuevo hábitat. Ni los plátanos, ni los cacahuetes que le prodigaban niños y mayores evitaban su progresivo decaimiento.

La corporación municipal temió por su vida y recibió como una bendición el cuidado ofrecido por los propietarios de la granja "Villa Celsa", al lado de otros monos criados en sus instalaciones. Allí permaneció un tiempo hasta su plena recuperación, metida dentro de un cajón acolchado junto a una bombilla de calor, encendida día y noche.

De regreso a Las Palmeras a principios de 1955, enseguida mostró la Chita su plena recuperación: en solo una semana mordió a dos niños en la cabeza, a una niña le arañó en una ceja y rasgó la guerrera a un militar sin graduación. Alarmado de nuevo, el alcalde Argenti Navajas decretó su confinamiento en la isla del estanque de los patos, mientras construía a su lado una caseta para su internamiento a perpetuidad.

Poco después llegó otra mona del mismo sexo para hacerle compañía y averiguar si mejoraba su comportamiento. Pero su convivencia no fue buena.

A partir de entonces, las mil y una perrerías que el público en general prodigó a la mona enjaulada no hicieron otra cosa que enrabietar más su carácter. Con sus ataques y alaridos solo pretendía librarse de tanto energúmeno suelto.

Más tarde llegó Tarsi, que también padeció el acoso de aquel género humano, que hoy sufriría por su actitud tan hostíl un duro reproche social.

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