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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El retorno

Salvo los más ingenuos, todos esperaban la vuelta de Telmo Martín

Así pues, consumado el retorno -que todos, salvo los muy ingenuos, esperaban casi desde el primer momento- de Telmo Martín a la alcaldía de Sanxenxo, poco más hay que decir en un primer análisis. Y es que el episodio resulta otro ejemplo de la necesidad, por no hablar de urgencia, de la reforma de una Ley Electoral que no sólo está obsoleta sino que, como diría Jardiel en su don Mendo, "para befa, mofa y escarnio" de quien no vea muchos de sus efectos. Y eso sin citar los daños colaterales que a la seriedad del sistema ha causado durante estos años.

Naturalmente, el introito no es sino una opinión personal sobre algo que resulta sin duda legal pero de más que dudosa legitimidad: los pactos entre quienes sólo tienen en común cerrarle el paso a quien ha ganado las elecciones. Un grave defecto que vulnera el espíritu de la norma y que va alcanzando en cada legislatura niveles políticos más elevados: primero fue el municipal, luego el provincial, más tarde el autonómico y está a punto -tras los burlescos casos de 2016- de alcanzar incluso el estatal. Lo que es tan sólo una mera cuestión de tiempo.

Conste que lo que aquí se define como un defecto del sistema afecta también ya a todos los partidos. Incluyendo a los que en su día alcanzaron lo que fue primero "un pacto de caballeros" -evitar los servicios de los tránsfugas- y después una norma legal. Pero como quien hace la ley hace la trampa, lo que se consiguió de verdad fue un notable ejercicio de imaginación no al servicio de los ciudadanos y el sistema sino para facilitar el hallazgo de subterfugios que permitan usar a los tramposos o simplemente, excusas. Eso sí: de buen pagador.

Lo de Sanxenxo es un ejemplo de la ampliación de esa inventiva. Porque el retorno del que ya fuera alcalde no se hizo mediante la fórmula de la moción de censura, la más empleada de la historia, sino a través de un método más complejo que se inició con la ruptura del pacto entre independientes, socialistas y BNG para, a continuación, dimitir el alcalde Pita y situar en su puesto al candidato de la lista más votada, que fue la del PP, con el regidor saliente descendido a vicealcalde. Estas chapuzas, antes, se decían "en pro de la gestión" y hoy "por la estabilidad". Vaiche boa.

Ahora, y siguiendo la costumbre, los defenestrados emplean palabras fuertes contra sus sustitutos, hablan de "traición" y se rasgan las vestiduras. Pero en el fondo sólo hay una triste pataleta y la consagración de que donde las dan, las toman. Y la evidencia de que, aún con diferentes frecuencias, en esto todos son muy parecidos: el PP, que tanto se queja, impidió en su día el paso al PNV, el más votado en Euskadi o al PSOE en Canarias, porque "le convenía a España". Y de los otros, mejor no hablar: a Podemos se le olvidó lo de "la Casta", y Ciudadanos está al mejor postor en donde se coticen sus actas. C´est la vie? politique.

¿No??

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