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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El discurso

Lo más probable es que a estas horas, y aún con el recuerdo del discurso que en Braga pronunció el presidente de la Xunta fresco en la memoria, ninguno de los presentes en la "cumbre" de la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal esté disconforme con su contenido. Porque reclamar su inmediata inclusión en el Corredor Atlántico ferroviario de mercancías y la transformación del tren de pasajeros actual en algo mucho más operativo y competitivo es algo tan obvio, tan necesario, que prolongar las respuestas positivas sería una especie de blasfemia política.

Lo malo del asunto es que alguien, sobre todo entre nuestros vecinos, podría decir con cierta razón que una cosa es predicar y otra dar trigo. Y puede que se repita en la otra reunión que celebrarán los gobiernos de Lisboa y Madrid. Cuyas relaciones siguen siendo formalmente buenas, pero que han notado el frío de polémicas y declaraciones acerca de la deslocalización de empresas españolas o extranjeras que cruzan el Miño hacia el sur y afirmaciones al menos poco diplomáticas desde el punto de vista lusitano sobre presunto "dumping" en ese tipo de ofertas.

Claro que dentro de lo malo, siempre hay algo peor, o al menos eso establece la llamada primera ley de Murphy. Y en las reclamaciones, sin duda necesarias, del jefe del Ejecutivo gallego en Braga, hay una serie de elementos retóricos que le restan sino autoridad, desde luego cierta autoritas. Por ejemplo en lo que se refiere al Corredor Atlántico de mercancías, porque el Gobierno de Madrid se volcó ante la Comisión Europea a favor del Mediterráneo. Y ya se sabe que en estos tiempos, la disponibilidad financiera no da para todo y hay que escoger

Así pues, había que optar y Madrid lo hizo. Del mismo modo que, en Galicia, también se decidió que el proyecto inicial de la alta velocidad ferroviaria atlántica, necesaria y competitiva y en principio pensada desde Ferrol hasta la frontera portuguesa, rematase en Vigo "de momento". Que es una fórmula a la española para decir lo mismo que los latinos cuando, al hablar de ad calendas graecas querían decir sine die. O sea, lo probable es que nunca jamás. Y reclamar algo ahora que no se ha cumplido antes con la parte contratante de la primera parte, que sí lo ha hecho o lo tiene en marcha, resta credibilidad.

Resumiendo, que es gerundio: que cuanto dijo don Alberto, conviene recordar que revestido de la autoridad que le dan su cargo y el modo democrático en que lo obtuvo, tiene una opinable autoritas porque una buena parte del contenido de su discurso pudo y debió hacerse realidad antes. Y reivindicarlo ante la parte contratante de la segunda parte, que sí ha cumplido o tiene en marcha sus deberes, resulta más bien extraño. Lo que se dice no para criticar sino para reflexionar con lealtad.

¿Eh??

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