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Carmen Pérez Novo.

La temida soledad

La soledad es el mayor enemigo del alma. Creo que en este punto la mayoría estamos de acuerdo. De hecho, los occidentales valoramos la familia y las relaciones de pareja. Sin embargo, curiosamente, según datos del Instituto Nacional de Estadística, en España hay más de diez millones de personas, solteras, viudas y divorciadas, que viven solas. Y las cifras parecen ir en aumento. ¿Acaso la carga hedonista es la causa de este fenómeno? Porque la conquista de la gran liberación sexual la hemos llevado a cabo echando por la borda modelos y tradiciones, y a cambio nos hemos encontrado con un conjunto de hombres y mujeres que cada vez buscan mayores grados de autonomía, implicados en la devoción al éxito personal y en el culto a las libertades y a su cuerpo. Pero ¿este resultado nos ha merecido la pena? Porque, si nos detenemos a pensar, nos damos cuenta de que necesitamos confiar en alguien que nos ayude a vencer la soledad y a superar las intermitencias de la fortuna. Porque, cuando el mundo se vuelve hostil, lo que sucede con mucha frecuencia, la llamada al refugio íntimo se hace muy poderosa. Lo cierto es que necesitamos compañía, comprensión, entusiasmo, serenidad, sentido... ¿Que solucionan las nuevas tecnologías? Pues en parte sí, porque facilitan mucho la comunicación. Hoy podemos conectarnos con una persona que vive en cualquier parte del mundo, al instante y trabar amistad a través de internet. Además cada vez es mayor el número de empresas que se han apuntado a atender a las personas que se encuentran solas. Porque ser "single", como así se les llama, y hacerte socio de uno de estas empresas te dan la posibilidad de asistir a todo tipo de actividades: tertulias con las que amenizar las tardes de domingo, cenas, clases de baile, fiestas, viajes capaces de satisfacer los gustos más exquisitos, citas privadas... Y todo está perfectamente estudiado y planificado, gracias a relaciones públicas que cuidan hasta el mínimo detalle, para que el grupo se cohesione de forma respetuosa y espontánea y cada uno pueda encontrar pareja, amigos o ambas cosas a la vez. Distintas variables con un mismo resultado: huir de la soledad. La verdad es que toda esta liberación nos ha complicado un poco la vida. Y nos está saliendo muy caro. La pregunta es si en este siglo seremos capaces de pagar el precio de semejante desvinculación.

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