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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los tópicos

A estas alturas parece difícil que quede alguien que tome en serio las promesas electorales; y si así fuera, cada día se le dan motivos para el escepticismo a los que aún lo hagan. Sobran ejemplos, pero como los mejores son los últimos, viene al pelo la decisión que acaba de anunciar el gobierno gallego por la cual aumentará la carga fiscal, a pesar de que las prédicas y el sonsonete de que "a Xunta baixa os impostos" han sonado tantas veces sin ser exacto que, resumiendo, parecían ya el cuento de la buena pipa.

El último -por ahora- de los casos que demuestran esa poca fiabilidad lo protagoniza la Consellería de Facenda, que subirá la valoración de bienes en un centenar de concellos con el objetivo de recaudar más. El ascenso medio será de un 2,9%, lo que significaría una proporción superior al aumento -"medio", por emplear la terminología habitual de los gobiernos para camuflar sus contradicciones- del coste de la vida en el 2016. Fascinante.

Claro que, ya puestos a comparar lo que significan las cifras, procede añadir que es el doble o más de lo que se ofrece como aumento salarial a los trabajadores que negocian la renovación de sus convenios. Por no mencionar que resulta un agravio comparativo para los municipios en los que crece la fiscalidad frente a los que no, y supera ocho veces el ridículo 0,25 que tan generosamente el gabinete del señor Rajoy "regala" a los pensionistas, como si fuera una muestra de su "generosidad".

(En este punto, y para no dejar nada en el tintero, no estorbaría recordar a los gobernantes, estos y todos, y al oficio político en general, que las pensiones son un derecho adquirido de los ciudadanos que cotizaron por ellas, como hacen los de ahora para el futuro. Y siempre de acuerdo con unas reglas, cuya excepción la constituyen quienes ocupan actas en los Parlamentos, con privilegios según los años que hayan ejercido. Y no hay datos de que, por vergüenza o por conciencia, hayan renunciado a ellos.

Y conviene dejar claro que no se dice lo anterior por considerar que no existe en el asunto la gravedad que realmente tiene, o por creer que no haya urgencia en resolverla. Se hace para dejar de una vez las cosas en su sitio, insistir en que la incoherencia es una norma frecuente, pero nunca reconocida, por los personajes públicos, que, además, siguen cobrando en flagrante arbitrariedad por conceptos de lo que ya no les corresponden, como "compensación" a no se sabe qué.)

Esto -y bastantes más ejemplos que podrían añadirse- es lo que hay y desmiente, sin ir más lejos, eso de que "Hacienda somos todos", "el sacrificio está repartido proporcionalmente de forma equilibrada" y demás tópicos, el mayor de los cuales es el de que los ciudadanos son iguales ante la Ley. Una hermosa teoría que lo sería todavía más -hermosa- si fuese cierta.

¿No...?

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