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España entera, agraviada

La presentación de los Presupuestos Generales del Estado para 2017 (menos de medio año en muchos aspectos) ha provocado una efervescencia de agravios en toda España. Busquen ustedes y verán que no hay una sola comunidad autónoma ni prácticamente una comarca o población que no haya levantado la voz por la disminución de inversiones en tales o cuales infraestructuras o actuaciones.

Y en principio, es cierto. En todas las autonomías baja la inversión con respecto al 2016, excepto en Canarias, acaso porque en los últimos años recibió una menor inversión pública, pero, sobre todo, porque de Canarias depende un voto, acaso dos, necesario para la aprobación de los presupuestos. Y, por completar el panorama, hay que señalar que la inversión pública disminuyó entre 2009 y 2004, en el conjunto de España, en un 58%.

Ahora bien, se pierde la perspectiva adecuada si no se señala que, pese a todos los discursos sobre el "neoliberalismo" y el "austericidio", auténticas vaguedades dialécticas cargadas de connotaciones negativas, durante todos estos años los presupuestos del Estado han venido manteniendo y acrecentando las políticas sociales y los servicios y prestaciones del Estado del bienestar. Así, en el proyecto presupuestario 7 de cada 10 euros se destinan a pensiones, sanidad, educación y ayudas sociales, un 56%. Por ejemplo, se contemplan para el pago de las pensiones 139.647 millones de euros, lo que supone un incremento neto respecto a 2016 de 4.198 millones de euros, un 3,1 por ciento más. Crece la partida de Educación un 1,7% y un 2,3% Sanidad. Asimismo, aumentan también las transferencias a las Comunidades, que servirán, a su vez, para otro tipo de actuaciones gubernamentales. (No es extraño, pues, que desde perspectivas "liberales" se acuse al Gobierno del PP de ser un gobierno "socialdemócrata").

Y todo ello, en un contexto en que se ha ido rebajando el déficit desde casi el 10% al 4,3% el año pasado y en que deberá hacerse un nuevo esfuerzo (mediante recorte de gastos y/o aumento de la recaudación) para reducir ese parámetro al 3,1%.

Desde el punto de vista de la lógica, llama la atención el que comunidades o partidos que se niegan a llegar en ningún momento y o por alguna razón a acuerdos con un Gobierno del PP, por ser este partido la encarnación de lo nefando, y que, por lo tanto, desean que no haya presupuestos y laboran por ello, exijan después que existan los presupuestos -sin los cuales, obviamente no existen inversiones- y que los mismos contemplen las inversiones que ellos estiman necesarias. Desde el punto de vista de la lógica común, claro, porque la lógica política se rige por otras normas, por las que tiene éxito: trazar una frontera infranqueable con el enemigo, mantener a los fieles en estado de excitación, decirles siempre lo que esperan oír. Y en esa lógica, la lógica política, no existen contradicciones o incongruencias. Solo lo son aquellas que hagan pensar a los fieles que el partido se ha desviado de los presupuestos de la fe, lo que se llama "ideología", una amalgama de relato histórico reduccionista sobre el ayer, discursos reiterados compartidos, una visión parcial del mundo y un conjunto de emociones poco precisas sobre el mañana.

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