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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El flagelo

A la vista de lo que se ve -y lo que se oye- caben pocas dudas de que el Grupo Parlamentario de EM y su portavoz, señor Villares, han iniciado una estrategia orientada a convertirse definitivamente en la referencia -o en términos más al uso de la Cámara, la jefatura- de la oposición. Y lo hace mediante un doble mensaje: hacia el exterior desde la tribuna de oradores, apretándole las clavijas a la Xunta y al PP siendo su flagelo para mantener o aumentar el voto de la protesta; y de cara al interior, para que sus críticos vean que lo puede hacer tan bien o mejor que ellos.

A partir de ahí, y tal como ha quedado dicho en ocasión anterior, no se le puede negar el derecho a ejercitar la oposición de ese modo ni a escoger los temas que prefiera; es verdad, también, que quizá alcanzase mejor sus objetivos mostrando un mayor respeto personal o institucional a personas e ideas, porque, le guste o no, este es un país de evidente mayoría moderada -lo que no equivale siempre a conservadora- y la dinamita dialéctica se recibe mal, excepto en sectores hooligans, pero la elección es cosa suya y él, el que se la juega, de modo que allá cada cual.

Ocurre que, además de en la forma, En Marea y su portavoz, para alcanzar sus objetivos, deben acertar también en el fondo de la crítica. Y parece un error poner en la diana a todas las instituciones bajo la acusación de estar al servicio del gobierno, que equivale a decir el PP. Porque eso no solo no es cierto en lo global, sino también en lo particular; primero, porque ya no serían instituciones stricto sensu y segundo, porque esa servidumbre es solo una opinión, respetable, pero no de obligada coincidencia, e intentar que lo sea mediante la estridencia, otro error.

Un caso patente lo constituye la conversión del análisis crítico en descalificación, como ha hecho el líder de EM para con la Valedora do Pobo. En opinión de quien la firma, doña Milagros Otero, que es una jurista de reconocido prestigio, desempeña su función institucional con respeto pleno a los principios de objetividad que debe atender, y la pretensión de que "sirve" a la Xunta carece de fundamento, especialmente si se examinan en serio las quejas que tramita y hacia quién va dirigido un amplio porcentaje de ellas. Y eso es, por sí solo, una réplica objetiva.

Los otros Grupos opositores no respaldaron la posición de En Marea, pero reclamaron de doña Milagros "más energía". Si se tiene en cuenta lo que el Estatuto le atribuye, apenas hay margen para ello, salvo que se entienda por "enérgica" una actitud beligerante con la Administración o punitiva hacia el gobierno. Y la Valedora hace aquello para lo que está y lo hace muy bien, siempre en opinión personal. Y si alguien quiere más, que reforme el Estatuto de Autonomía.

¿No...?

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