El Centro Dramático Galego pondrá en escena este mes de abril dos obras de Valle-Inclán traducidas al gallego una vez que, transcurridos 80 años desde la muerte del escritor, ya no es necesario el permiso de sus herederos para traducirlo. Hasta ahora el CDG, sufragado por todos los gallegos, no representaba ninguna obra de este autor porque se negaban a hacerlo en español, que como todo el mundo sabe, es el idioma en el que Valle escribió. Hubo un atisbo de representarlo en versión original en 1998, pero el sector cultural "nacional" condenó el sacrilegio con toda la acidez de que es capaz, que es mucha.

En una entrevista publicada en Faro de Vigo, Don Joaquín del Valle-Inclán, nieto del autor, explicaba por qué no quería que se tradujera a Valle al gallego. Apuntaba, principalmente, a que no hay necesidad de traducir lo que se entiende, algo de puro sentido común sobre todo tratándose de literatura, ya que un cambio de idioma siempre acarrea una pérdida de expresividad. Don Joaquín ofrecía como explicación al terco empeño de traducirlo, que los nacionalistas necesitaban una figura de la talla de su abuelo para utilizarlo como símbolo. Valle no solo es el literato nacido en Galicia de mayor prestigio, sino uno de los cuatro o cinco escritores españoles más estudiados en todo el mundo. Pero su obra está en español, y eso mortifica a quienes buscan el hecho diferencial no solo en la lengua sino también en la cultura. Ahora, por fin, van a traducirlo y a difundirlo en gallego, tras años de resignada admiración que a veces desembocaba en explosiones de ira, como la agria invectiva del poeta Manuel Antonio que, resentido porque Don Ramón insistía en escribir y seguir publicando en español, le dijo que se quedara con su lengua de Cervantes en vez de venir a "baleirar na nosa fala as produccións do seu serrín encefálico".

El conselleiro de Educación, Román Rodríguez, calificó la posibilidad legal de traducir a Valle al gallego como circunstancia "tan agardada como excepcional, que determinará a actividade do CDG e de toda a futura escena galega". Con qué falta de sensibilidad se gestiona la cultura en Galicia, cómo se desvalija una tumba desprotegida. Con qué desacierto se traducirán las palabras castizas y los numerosos galleguismos que enriquecen su obra. A cuántas personas de otros países les gustaría poder leerlo en la lengua en que su autor eligió con esmero las palabras, y poder disfrutar del ritmo armónico de sus claúsulas, captar la musicalidad de sus adjetivos exquisitamente elegidos y tasados. ¿Nadie dirá que quienes mejor podemos captar la belleza de la literatura de Valle-Inclán somos los gallegos?, nadie como nosotros puede apreciar la simbiosis que hay en su léxico, sentirnos en casa con la cadencia propia de nuestra forma de hablar.

Es positivo hacer un esfuerzo por traducir al gallego sobre todo literatura infantil, empleando ayudas públicas si el mercado no puede asumir ese gasto, pero traducir aquí a Valle es un despropósito, una mutilación. No encontraremos una perfecta traducción de Wordsworth al español ni de Platero y yo al inglés, sus ediciones suelen ser bilingües para que al menos pueda intuirse la música de sus palabras. Eso ha hecho la Fundación Rosalía Castro, que ofrece la versión en gallego junto a la traducción al español. Don Ramón solamente permitió que se tradujeran al gallego algunos de sus cuentos y escribió en esta lengua unas cantigas. A decir de su hijo Carlos, en la negativa de sus familiares no solo subyacía un interés artístico, sino que se daba cumplimiento a unas instrucciones precisas del autor. Leyendo este pasaje de una conferencia que Valle-Inclán impartió en el Ateneo madrileño en 1907 se puede comprender por qué: "...engarzar las palabras, unirlas, hacer brotar la armonía de esta unión, aun alterando, a veces, el significado de los términos. Los que realicen esta magna obra lograrán dar sensaciones, serán dueños de un estilo. La idea, hija del ambiente, llega a nuestro cerebro vestida de palabras; la sensación, no. La sensación se presenta desnuda; está en nuestros nervios, sacudiéndolos; en nuestro espíritu, martirizándolo; pero hay que determinarla, hay que transmitirla, hay que darle forma con la palabra. Lograrlo artísticamente, huyendo de esa actualidad momentánea que envejece una obra en un par de lustros, es permanecer desafiando al tiempo con sus mudanzas... Si la prosa ha cristalizado bellamente, no envejecerá. El diamante tiene la misma hermosura a los cinco meses que al siglo". Que no lo alteren en vano.

*Presidente de Galicia Bilingüe