Pocos cineastas contribuyeron tanto a forjar el alma de EE UU como John Ford, a quien se ha acusado siempre de maniqueo (como si eso fuera un defecto para el que es maniqueo). A fin de cuentas venimos de donde venimos, Abel es el bueno y Caín, el malo, Pedro el bueno y Judas el malo, el perro el bueno y el lobo el malo, y en toda historia hay un bueno y un malo, porque en otro caso no la entendemos. En fin, para qué seguir, caramba: Dios es el bueno y el demonio, el malo. Puesto que está todo tan claro y no ofrece dudas, Trump solo echará de EE UU a los mexicanos malos. En cuanto a los partidarios de matizar las cosas, de condicionar lo de bueno y malo a lo que digan los tribunales, y hasta a lo que dictaminen psicólogos y sociólogos, son sospechosos habituales de estar en este asunto entre Pinto y Valdemoro; algo casi peor todavía que ser malo declarado, pues no hay modo de distinguirlos.