Si aumenta la esperanza de vida pero no se prolonga la edad de jubilación surge un inevitable desfase entre ingresos y gastos, y para cubrirlo habría que acudir a una de estas maneras: a) subir cotizaciones (secuela: aumento de costes y pérdida de competitividad); b) reducir las pensiones (castigo al sector más vulnerable); c) cargar una parte del coste sobre los Presupuestos Generales (reducción de recursos para servicios sociales o aumento de impuestos); d) lograr que aumenten de forma sostenida los cotizantes, y confiar en que a esta liebre no la cace el galgo. Aunque en el fondo son cuentas sencillas, nadie se atreve a poner el cascabel al gato, porque es muy grande y araña. Pero como hay cosas que el tiempo no resuelve, sino que agrava, y esta es una, podríamos medir el sentido de la responsabilidad de cada político por su disposición a hablar claro al respecto y contar su fórmula.
