Con la llegada de la primavera, la estación del amor como muy acertadamente la denominaba el etnógrafo vasco Julio Caro Baroja, se inicia un muy rico ciclo de fiestas relacionadas con la vida y con la naturaleza. No es por casualidad que el 21 de marzo, el mismo día que con el equinoccio comienza, se celebra desde hace muchísimos años en numerosos países del mundo del hemisferio norte (en el sur es el 22 de septiembre) el día y la fiesta del árbol. Ni que, ya más recientemente instaurado, en el mismo día tenga lugar la fiesta de la poesía. Y que al día siguiente, día 22, se conmemore la fiesta del agua. Ese gran bien, igual que el aire, que muchas personas no llegan a valorar lo importante que es para la vida de todos los seres vivos. El agua, los árboles y la poesía están íntimamente unidos al amor con mayúsculas. Y la primavera es, por excelencia, la estación del amor. Y sin amor no existe vida. Vida y amor van íntimamente ligados. Por eso, tenemos que aprovechar estas fechas tan significativas para fomentar entre los niños, los adolescentes y los jóvenes, el aprecio por los árboles, la poesía y el agua. El amor por la Naturaleza y por la belleza de las palabras engarzadas en los poemas, con su ritmo, su rima, su musicalidad y sus metáforas. Y esto hay que lograrlo desde los ámbitos de la escuela familiar en los hogares, desde las aulas escolares de todos los niveles de la enseñanza y desde la tercera escuela paralela de los medios de comunicación de masas, hoy tan importante e influyente.
Los aprendizajes apreciativos, vinculados a los sentimientos, a la afectividad, al amor, a la alegría, a la bondad y a la belleza, son los más valiosos de todos los aprendizajes. Porque son aquellos que permanecen a lo largo de toda la vida en las personas. No son efímeros, son permanentes y, por tanto, están influyendo en todas nuestras actuaciones vitales. En nuestra relación con los semejantes. Todo lo que tenían muy claro los grandes educadores que hubo en el mundo. Que nos dejaron sus modelos educativos para la posteridad. Todos los pedagogos de la Escuela Nueva europea, y en especial Cecil Reddie, Paul Geheeb, Edmond Demolins, Ovidio Decroly, Adolfo Ferrière, Celestin Freinet y Roger Cousinet, organizaban con sus estudiantes en sus escuelas actividades artísticas y lúdicas alrededor de la fiesta del árbol. Igual que lo hacían en la Institución Libre de Enseñanza (ILE) eses nuestros grandes pedagogos que fueron Francisco Giner de los Ríos y Manuel Bartolomé Cossío. Y el poeta-educador Rabindranath Tagore en su Santiniketan, escuela en la que todavía hoy en los primeros días del mes de agosto se celebra el día del árbol, con una fiesta denominada "Brikhoropon". Escuela, la tagoreana, donde precisamente no se llevan los árboles a la clase (habría que llevarlos o en pedazos o en fotos e imágenes), sino que se trasladan las clases para celebrarlas debajo de los árboles, con su sombra, su protección y los cantos de los pájaros posados en sus ramas y hojas. Existen hermosas monografías publicadas desde hace décadas, ya desde finales del siglo XIX y principios del XX, sobre la fiesta escolar del día del árbol, que se organizaba en todas las escuelas de los educadores anteriormente citados. Sobre las estrategias didácticas utilizadas y las actividades que se ponían en práctica: recitales, música y canciones, teatro, diseño, modelado, manualidades, juegos, textos creativos, redacciones, poesías, murales colectivos, herbolarios, juegos dramáticos, etc. Girando todo alrededor del tema del árbol, que en la actualidad tendríamos que ampliarlo a los temas de la poesía y el agua.
Mucho más importante que transmitir conocimientos es fomentar en las personas actitudes positivas, empezando por los niños. De respeto por la Naturaleza y, por tanto, por los árboles, los animales y las personas, que a veces parece que nos olvidamos que son seres vivos. Actitudes de disfrute de la belleza de la Naturaleza, del paisaje, de las flores y de los frutos, de una puesta de sol, del amanecer y de la belleza de la poesía. Promoviendo que luego no destruyan los árboles, con las talas y los fuegos, que, por desgracia, tanto abundan en los últimos tiempos. No contaminando ni fuentes, ni ríos, ni rías, ni lagos, ni nuestro mar. Y disfrutar leyendo los poemas de Machado, Lorca, Rosalía, Curros, Celso Emílio, Tovar, Cecília Meireles, Torga, Drummond de Andrade, Tagore, J. R. Jiménes, Pondal, Neruda, Novoneyra, Manuel María, Avilés de Taramancos, Manuel Antonio, López Abente y Pura y Dora Vázquez. Entre otros y otras.
Sin olvidar lo que en su Sempre en Galiza escribió sobre el árbol Castelao, señalando que el árbol es el don más noble que Diós nos dio a los seres humanos. Sin pedirnos nada, nos da la sombra, las flores y los frutos, la madera, consume de noche el anhídrido carbónico (perjudicial para la salud) y en la muerte nos da las traviesas del ataúd. No nos puede dar más. Igual que la vaca y el agua, en ese país inmenso que es la India, los árboles también son sagrados, como lo eran para los romanos los robles y los robledales. Y en Galicia tenemos tres árboles nobles y excelentes, además de otros: el roble o "carballo", el castaño y el nogal. Y hermosas "carballeiras", como la de San Justo y San Pastor, la más famosa, que incluso tiene una canción popular, y muchos "soutos" de castaños, como los de la Ribeira Sacra, al lado del río Sil.
La UNESCO, en el año 2001, instituyó el Día Mundial de la Poesía, haciéndolo coincidir con el inicio de la primavera, fecha tan significativa, pues es la de la entrada del equinoccio primaveral, para apreciar las bellas palabras poéticas y reflexionar sobre las diferentes culturas e idiomas y sobre la sociedad actual. Sirviéndose del gozo y el encanto de los versos, de las rimas y de las metáforas. La celebración se ha colocado en el momento idóneo, porque, sin ninguna duda, la primavera tiene un profundo sentido poético. Cuando todo florece y la tierra se llena de verdor, y el cuco aparece, regresando de su emigración africana. En muchos lugares y ciudades importantes, en esta fecha, alrededor de la "Primavera de los Poetas", se organizan recitales, y los poetas nuevos y no tan nuevos leen sus poemas. Entre las ciudades del mundo, queremos destacar la portuguesa de Porto, verdadera capital de la Gallaecia, que tiene un importante círculo poético y un día a la semana se reúnen los poetas y los amantes de la poesía para recitar y disfrutar del arte poético. Coincidiendo con la entrada de la primavera desde hace varios años organizan maratones líricos. En la hermosa localidad de Amarante, situada al lado del río Támega, entre Vila Real y Porto, también desde hace tiempo se organizan festivales poéticos por estas fechas primaverales. El lugar es delicioso y adecuado, pues en él podemos disfrutar del monasterio de San Gonzalo, de sus lindos patios, y, a poca distancia, de la hermosa casa solariega y pazo del grande poeta Teixeira de Pascoães, grande amante de la tierra gallega, de su museo y biblioteca. Almorzar en las terrazas del río también es otro de los atractivos de Amarante.
Ya, al otro lado del Atlántico, tenemos la ciudad de Bogotá, capital de Colombia, en la que en su Gimnasio Moderno, la primera escuela nueva de Sudamérica, creada por el gran pedagogo Agustín Nieto Caballero en 1914, un grupo de más de veinte poetas de reconocimiento internacional, leen sus poesías, delante de un público fervoroso. Y, ya mucho más cerca, en nuestra ciudad de Ourense, tenemos la suerte de contar con el "Círculo Poético Ourensán", del que en su día fue "alma mater" Segundo Alvarado, y hoy, además de organizar certámenes poéticos entre los escolares y recitales periódicos, está dinamizado, entre otros, por José Antonio Santos, Javier González, Marisol Iglesias y Salustio Sánchez. Y, además, el "Clube dos Poetas Vivos", que coordina y dinamiza el maestro José Manuel Barbosa, con la ayuda de Artur Alonso Novelhe.
Tenemos que animar a todos los docentes de los diferentes niveles de la enseñanza, desde la escuela infantil a la universidad, para que, aprovechando tan señalada fecha de la entrada de la estación primaveral, dediquen un tiempo y un espacio a la poesía, y a que sus alumnos reciten e inventen poemas con rima y sin rima, inventen cuartetos, sonetos e incluso las coplas para la fiesta de los "maios", que tienen su propia forma lírica. La mejor estrategia para crear sensibilidad en los chicos y las chicas es fomentar la poesía en las aulas, sensibilidad que cada vez, tal como va el mundo, más necesaria se hace. Para ello, conviene elaborar un plan de actividades educativo-didácticas a desarrollar en los centros de enseñanza y en sus aulas, alrededor de la poesía y de los poetas. Entre los que son muy recomendables, especialmente, de entre los gallegos, los celanovenses Curros Enríquez, Celso Emilio Ferreiro y Castor Elices, Pura y Dora Vázquez, Lamas Carvajal, Prado Lameiro, Manuel María, Rosalía de Castro, Ramón Cabanillas, Eduardo Pondal, Manuel Antonio, Uxío Novoneyra, Avilés de Taramancos, Johan V. Biqueira, Fermín Bouza, los poetas medievales de las "cantigas" y, de entre los portugueses y brasileiros, Fernando Pessoa, Miguel Torga, Teixeira de Pascoães, Luiz V. Camões, Cecília Meireles, Drummond de Andrade y Gastón Figueira. La nómina de los poetas en lengua castellana, además de magnífica, es muy extensa: Juan R. Jiménez, Manuel y Antonio Machado, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Miguel Hernández, García Lorca, Góngora, Zorrilla, Gabriel y Galán, Octavio Paz, Gabriela Mistral, Rubén Darío, José Vasconcelos y Pablo Neruda, mereciendo mucho la pena realizar con los alumnos un cineforum después de proyectarles el hermoso film El cartero y Pablo Neruda, realizado en 1994 por Michael Radford. También, como es lógico, el grande poeta de las Rimas Gustavo Adolfo Bécquer. Que escribió aquel hermoso poema que dice: "¿Qué es poesía, dices, mientras clavas, en mi pupila tu pupila azul? ¿Qué es poesía? ¿Y tu me lo preguntas? ¡Poesía eres tu!".
* Educador Social y Animador Cultural
