La ampliación del puente de Rande es una obra crucial por la que Vigo y su área lucharon durante años. Gracias a ese esfuerzo el proyecto arrancó en 2015 con un calendario muy claro: en abril de 2017 debía estar finalizado. Quedan solo unas semanas para que expire ese plazo y es evidente que Audasa lo va a incumplir. Y no lo hará por dificultades técnicas sobrevenidas. O por cualquier otra razón que se haya escapado a su control. No. Se retrasará porque durante meses estuvo dando vueltas al proyecto de ampliación para modificarlo. Ese intento de cambiazo se quedó en eso, una intentona frustrada -el Gobierno lo vetó-, pero de aquellos polvos vienen estos lodos: se cumple el plazo acordado y los trabajos están lejos de concluir.

Que ahora Fomento acepte que las obras pueden prolongarse sin consecuencias un año más, hasta febrero de 2018, suena a chiste. Y de los malos. Los compromisos están para cumplirse, no para variarlos a gusto y en función de lo que más convenga. Audasa, la misma que ha hecho oídos sordos hasta ahora a la contaminación acústica que padecen los vecinos de Teis y Chapela, o que ingresa beneficios millonarios en la AP-9, debe asumir sus compromisos.