Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La evidencia

Ahora mismo, sobre todo desde que este periódico confirmó la intervención de Ferraz en el sainete de la Diputación de Lugo, resulta ya evidente para quien quiera verlo que el PSdeG, si alguna vez existió, está ya de corpore in sepulto. Y no solo porque carece de autonomía hasta en los detalles, sino -y eso es peor todavía- porque no tiene siquiera un referente de autoridad al que agarrarse.

Se ha dicho tantas veces que el socialismo gallego es fundamental para que el país disponga de una alternativa razonable y sostenible, que insistir en ello parece una boutade. O, para los mal pensados un eco del eslogan de un PP que se cree imbatible. Pero es verdad: dicho con todo respeto la fórmula vigente de las Mareas no tiene aportado a este antiguo Reino más que programas municipales, y ninguno de ellos puede calificarse en serio, a día de hoy, de exitoso.

Ahora bien, incluso el problema de coser lo que en principio no tiene remiendo -tarea en la que Galicia ha demostrado cierta experiencia en los últimos años- podría imaginarse siempre que las decisiones del factor imprescindible llamado PSOE se tomaran aquí. Pero tal como está el patio eso no solo parece complicado sino sencillamente imposible.

Tómese como dato lo de Lugo. En su Diputación el Ferraz mandado por Pedro Sánchez ordenó aceptar un veto del Bloque contra el alcalde de Becerreá; éste, permitió el acceso a la presidencia del PP; luego se arrepintió y apoyó una moción de censura, y ahora el Ferraz de la gestora federal interviene para obligar al grupo provincial lucense a colocar al transhumante de vicepresidente casi todo poderoso. Un sainete.

La cuestión, que quizá vista desde Madrid parezca nimia demuestra que el mercadeo, como dijo el PP, es algo habitual en la política de aquí. Y eso se quiera o no, corrompe el sistema, de modo parecido pero igual de eficaz que la corrupción stricto sensu. Y por tanto exigiría también una ley especial para combatirla; entendiendo por especial no una norma de excepción, sino que probablemente bastaría una reforma a fondo de la Ley Electoral. Que es lo que reclama casi todo el mundo aquí.

Pero conviene insistir, a modo de moraleja, en que ninguna mejora es posible si los partidos en Galicia -que es de lo que se habla- carecen de al menos un margen de autonomía que les permita decidir por sí mismos asuntos que está claro les competen. El PSOE gallego -antes PSdeG- lo tenía: ahora el quiz está en saber si podrá recuperarlo.

¿O no?

Compartir el artículo

stats