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Trump y las primeras semanas de su mandato

Los resultados que el presidente Trump desató con las sucesivas órdenes ejecutivas durante las primeras semanas de su mandato no han logrado, al menos algunas de ellas, instalarse en el sistema jurídico, social e internacional que esperaba. Es evidente que, con todo, el principio de racionalidad lo modera.

El muro en la frontera mexicana aguarda todavía por su prometido desarrollo, la suspensión de visados a ciudadanos provenientes de siete países musulmanes ha sido interrumpido por un magistrado federal y ratificado por el tribunal de apelaciones de San Francisco, ha debido mostrarse prudente sobre la disputa entre Pekín y Taiwán, y las amenazas sobre la OTAN se han visto recientemente moderadas por su secretario de Estado.

A todo ello se ha unido la renuncia a su posición en el consejo de Seguridad estadounidense del general Michael Flynn, pillado en comprometedoras conversaciones con los rusos, y su principal asesor, Steve Bannon ha sido acosado por sus posiciones xenófobas, antisemitas, misóginas y su defensa de la superioridad blanca.

Steven Bannon, defensor acérrimo de la política ofensiva de Reagan, ha sido igualmente partidario del Tea Party e influyente sostenedor de la campaña presidencial de Donald Trump. Para colmo, Bannon ha sido asociado con el pensamiento del errático filosofo italiano Julius Evola, un díscolo pensador del pasado siglo, donde se confunden la mistura de cierto fascismo cercano a Mussolini, la extravagancia esotérica y la intransigencia radical con las ideas dominantes.

A Trump se le rebelan también los granjeros de Texas y California, una parte importante de sus votantes, que hoy ven en peligro la mano de obra barata que necesitan para la recolección de sus cosechas. La radicalidad de las medidas puestas en marcha por Trump, amenaza La estabilidad de un importante sector de la economía en la región que ya comienza a sufrir los efectos de las deportaciones masivas de trabajadores agrícolas. Se calculan en cientos de millones de dólares las pérdidas que la medida puede desatar. Incluso representantes republicanos de la región podrían asumir la defensa de los intereses de los desesperados granjeros.

La tozuda realidad y la observancia de los principios constitucionales, la independencia con la que ejerce sus funciones el poder judicial en Estados Unidos y la respuesta de una sociedad civil, demócrata o republicana, que defiende sus intereses ralentizan por ahora y pueden llegar a poner en precario algunas de las celebres órdenes ejecutivas del presidente Trump. Con todo, habrá que concederle los cien días de cortesía que los usos otorgan al inicio de todo mandato.

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