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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La estiba

A pesar de que en este tipo de acontecimientos cualquier cosa es posible en todo momento, los indicios que ya se palpan indican que en la huelga de estibadores que se aproxima habrá más que palabras. Y no solo se dice por los incidentes que, quizá a modo de entrenamiento, se están produciendo, sino porque la historia confirma que los conflictos laborales en los puertos se resuelven las más de las veces con jarabe de palo en dosis previas a algún tipo de acuerdo entre las parte. Ocurre que esta vez el ambiente es más agrio y por tanto las posibilidades de que haya que aplicar mayores cantidades de aquel líquido son crecientes. Se verá pronto.

Sea lo que fuere, un dato llama especialmente la atención: que, ahora mismo, actividades plenamente estratégicas para el desarrollo de un país están en España, en manos de los sindicatos. Lo que tendría poco de particular sino fuera porque aquí hace tiempo que las centrales actúan bastante más en defensa de la izquierda organizada en partidos que en la protección que predican para los derechos de los trabajadores. Conste que en esta ocasión el lema tradicional en favor del proletariado va a ser difícil de aplicar: si se tiene en cuenta que la media salarial de la estiba triplica y a veces más el sueldo de los mileuristas la cantinela no habrá quien se la crea.

En este punto, hay que dejar claro que no se trata de discutir, y mucho menos negar, el derecho a la huelga que tienen los trabajadores portuarios. Pero del mismo modo que hay sectores y sectores, huelgas y huelgas, y conflictos y conflictos, también debería haber modos distintos de resolver las cuestiones. Y cuando son, obviamente, los intereses generales del país los afectados, una solución negociada y urgente es imprescindible.

En el caso de Galicia todos estarán perjudicados, desde los trabajadores hasta los empresarios pasando por las autoridades portuarias. Pero la huelga que se anuncia tendrá más dañina influencia en el Puerto de Vigo que en cualquier otro porque coincide con la "guerra de tarifas" con Marín, que las ofrece más baratas, y en consecuencia a medio plazo los daños serán de doble tipo: directos y colaterales. Y no está el horno para bollos.

Lo que demuestra la situación es la urgente necesidad de una Ley de Huelga. Ese hueco, que dura ya toda la Transición estuvo a punto de cubrirse durante los dos primeros mandatos de Felipe González, pero por razones que no se han sabido explicar nunca con claridad, el asunto sigue igual. Y si se tiene en cuenta, por ejemplo, que la norma que rige la estiba data de 1870 -más o menos- no hace falta ser un lince para deducir que eso, en una "guerra" es como armar a las tropas respectivas con tirachinas y hondas. Y quede claro que la palabra guerra se usa solo a modo de metáfora. ¿Oh no?

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