Hace ya muchos años, en pleno régimen de Franco y cuando por algún motivo se revolvía ligeramente el patio político y el entorno del dictador se asustaba, la maquinaria política resucitaba el "Gibraltar español" y el que fue ministro de Trabajo, Girón de Velasco, se disfrazaba de "Falangista Proletario" y lanzaba soflamas incendiarias anunciando la "Revolución pendiente", que había formado parte del ideario falangista en sus orígenes y que, una vez acomodados sus miembros en sus poltronas, había pasado a mejor vida.

En nuestra Galicia democrática y cuando por lo que fuere interesa echar balones fuera, cambiar de tercio o tratar de obtener votos, sacamos el AVE en procesión y hacemos rogativas reivindicando la corrección de su trazado, la finalización de los plazos y la multiplicación de las líneas a realizar para dar servicio si se puede y, si me apuran, hasta llegar a la propia catedral de Santiago de Compostela, con la Carta Compostelana firmada por el obispo incluida.

Lo más curioso del asunto es que los gallegos seguimos creyendo que la deseada conexión con la Meseta y el añorado trazado directo a Vigo por Cerdedo serán posibles a corto plazo, sin darnos cuenta que nos llevan dando gato por liebre desde que toda esta farsa comenzó; nos han engañado, lo siguien haciendo y, lo peor, es que nos lo seguimos creyendo.

Sin restar un ápice a la dificultad orográfica desde Sanabria hasta Ourense, la falta de voluntad política ha sido y sigue siendo la causa mayor de que este proyecto eterno y desesperante siga pendiente de ejecución con absurdas disculpas, reuniones estériles y justificaciones ridículas.

Galicia ha tenido dos ministros de Fomento de distinto signo político que, seguramente, lo han intentado y han chocado con unas dificultades mas políticas que técnicas; la última, tratar de argüir que la responsabilidad recae en el tiempo que se necesitó para pasar del Gobierno en funciones al actual insulta a cualquier inteligencia y es una burda mentira. Digan ustedes la verdad: no hay fondos suficientes y los que había han tenido otros acomodos. Galicia, por desgracia con "gobiernos amigos" o mediopensionistas, no ha constituido nunca un reto para el Estado español y, por consiguiente, ha seguido siendo el último de la fila. Y si en Galicia hablamos de Vigo por Cerdedo, la burla se convierte en escarnio. Si sus señorías tuvieran un poco de respeto por sus ciudadanos, de ese proyecto ni harían mención mientras su aprobación, licitación y fondos para su ejecución no estuviesen ya en el BOE.

El AVE -por desgracia, y me gustaría equivocarme-, en modo "alta velocidad" Madrid-Galicia no lo veremos hasta ya metidos más allá de 2020, más cerca de 2025 que de 2020; y la línea por Cerdedo, si es que termina siendo realidad, estaremos ya en 2030, por más plataformas que se monten con fines puramente electorales o despistaje político.

Hablar ya de llegar de Vigo a Madrid en 2 horas y 50 minutos es sencillamente ciencia ficción.

Andalucía tuvo fortuna en su día con un presidente que arrimó el ascua a su sardina en tiempo récord con el AVE Madrid-Sevilla. En Galicia hacemos bueno el refrán sabio y certero de que no hay peor cuña que la de la misma madera y miren si hay madera en Galicia, a pesar de todo lo que la queman. Que al menos sirva para que arranque la locomotora y que sus señorías se dejen ya de milongas y pongan un fin de obra realista y creíble y que el presidente del Gobierno de España haga de verdad honor a una tierra que es la suya.