Es general suposición que EE UU tiene contrapoderes para limitar los excesos de Trump. De hecho, el veto islámico está paralizado por un juez, aunque cabe la posibilidad de que la propia justicia lo restaure. Para lo que no está tan claro el contrapoder es para el efecto barra libre que Trump va despertando en Europa, cuna de los fascismos. La iniciativa húngara de encerrar a los solicitantes de asilo durante los meses que tarde en resolverse su petición es buen ejemplo. De hecho, el portavoz del Gobierno magiar la ha inscrito en el "cambio de humor en Europa" generado por la llegada del magnate. El portavoz, empeñado en no llamar centros de detención a esos lugares de encierro, asegura que Budapest aún les está buscando nombre. Tarea inútil: los campos de concentración se inventaron mucho antes de que él o Donald Trump naciesen.
