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El reciente estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) sobre la evolución de la desigualdad y sus causas durante la crisis (2007-2014) aporta conclusiones muy relevantes para el debate público.

La desigualdad ha aumentado de forma significativa. No es un mito. Es una realidad. Y lo ha hecho, fundamentalmente, por lo que ha ocurrido en el mercado de trabajo. La pérdida masiva de empleos, la devaluación salarial que ha afectado especialmente a los jóvenes que se han incorporado y los veteranos que se han movido de empleo, y el repunte de los puestos de carácter parcial (unida a la caída de rentas de los autónomos) se han combinado para generar ese resultado. Por el contrario, poco cabe achacar al sistema de protección social y al conjunto de intervenciones públicas. Cierto que, comparativamente, son menos redistributivos que en otros países. Pero su efecto a la hora de reducir la desigualdad en 2007 y 2014 es, esencialmente, el mismo. Las pensiones, las prestaciones por desempleo, la sanidad y educación públicas han seguido siendo pilares para la equidad en la Sociedad española a pesar de los recortes.

Lo anterior permite centrar mejor el foco de una estrategia contra la desigualdad. La clave principal se encuentra en el mercado de trabajo.

Necesitamos más empleos y más calidad de los mismos. Pero eso no se puede improvisar. Porque exige empresas competitivas que apuesten por intangibles (capital humano, innovación, organización interna) y unos agentes sociales que pacten y acuerden marcos generales que impulsen en la misma dirección. En este frente, lo más preocupante está en las organizaciones empresariales. Atrapadas por sus líos internos, con déficit de legitimidad entre los propios empresarios, me temo que no son el pilar que España y Galicia necesita. Por el bien de todos, deberían entrar en un período de acelerada catarsis.

*Director del Foro Económico

de Galicia

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