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José María de Loma.

Las cortinas

Llega un momento en la vida de todo columnista que ha de dedicar unas líneas a las cortinas. Sí, sí, a las cortinas. Porque miren, luego dicen, como si fuera un mérito y no una esclavitud: fulanito ha escrito ya más de mil columnas o chorrocientas mil columnas. Y yo pienso para mis adentros: sí, sí, muy bien, mucho ocuparse de la crisis de Crimea, el peinado de Felipe González, el impulso autonomista vallecano o el auge del Leganés pero poco o nada hablar de las cortinas. Vaya plan. No quiero que a mí me pase. Las cortinas son las grandes olvidadas. Las batidoras también, pero como hacen ruido te acuerdas más de ellas. Las cortinas son más discretas, siempre detrás, tapando cosas que te desagradan o esperando que las abras para ver qué tal día hace o qué ropa lleva la vecina.

Las cortinas han interpretado un gran papel en el cine, que es donde se interpretan los grandes papeles. Hay gente que se empeña en desempeñar un papel en el trabajo o en tu salita de estar y fracasa estrepitosamente, claro. Y es que ya tenemos muchos años como para no darnos cuenta de quién finge y quién actúa con método o quién es sincero. Están también los que en lugar de desempeñar, juegan. O sea, juegan un papel. Son unos galicistas que copian la estructura del francés, que es el idioma donde se juegan los papeles. En español los papeles se desempeñan. Las cortinas, no. Con las cortinas más bien nos empeñamos nosotros cuando tenemos que limpiarlas. Es entonces cuando preferiríamos que fuesen una batidora.

No obstante, ha de saber, amable lector, que lo mejor es agua tibia con sal y un detergente que haga poca espuma. Si son blancas pero están un poco amarillentas el vinagre puede hacer milagros. Milagro que no hace en una ensalada, que como se nos vaya la mano anula al aceite y deja los tomates y las lechugas incomibles. Las cortinas y el cine, decíamos. Recuerden la cantidad de amantes o ladrones que se han escondido detrás de ellas y a los que hemos descubierto al ver los zapatos, que se empeñan en sobresalir por debajo. Urge un homenaje a esas cortinas cinematográficas. En fin, hay gente que se limpia en las cortinas. Incluso las manos. No tienen respeto. Luego se quejarán de que están sucias. Otro día les hablaremos de los competidores de las cortinas, que son los estores y las persianas, cuya ventaja es que las puedes subir y bajar. Bajar de internet no.

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