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Joaquín Rábago.

Nuevo museo

Mientras los críticos discuten sobre la acústica de la Filarmónica del Elba, la espectacular sala de conciertos inaugurada tras numerosos aplazamientos en Hamburgo, abre sus puertas en Potsdam un nuevo museo.

Las artes están de enhorabuena en Alemania, esta vez gracias al mecenazgo del industrial Hasso Plattner, cofundador de la empresa de informática SAP y él mismo apasionado coleccionista.

Plattner ha financiado la reconstrucción como museo del palacio Barberini, un edificio histórico que, inspirado en el palacio homónimo de Roma, mandó construir en 1771 Federico II de Prusia y que quedó destruido al final de la Segunda Guerra Mundial.

Potsdam, capital de Brandemburgo, muy próxima a Berlín, y que perteneció a la RDA durante la división de Alemania, conserva auténticas joyas de su pasado clasicista y barroco pese a la destrucción de la guerra y algunos horrores arquitectónicos de la época comunista.

El museo Barberini, que se propone organizar tres exposiciones al año, se inaugura este fin de semana con dos realmente excelentes: una dedicada al impresionismo y otra, a clásicos del arte moderno.

La primera reúne cerca de un centenar de obras de algunos de los artistas más destacados de aquel movimiento de pintores al aire libre que revolucionaron el arte y con él nuestra forma de mirar la naturaleza.

Entre ellos figuran nombres como Claude Monet, Auguste Renoir, Gustave Caillebotte, Camille Pissarro o Alfred Sisley. Sus obras se han agrupado por temas: el mar, los jardines, los paisajes nevados, la luz del Mediterráneo o el agua y sus reflejos, una constante en todos ellos.

La exposición titulada "Clásicos del Arte Moderno" es más heterogénea y ofrece un amplio abanico que va desde el impresionismo alemán y el movimiento "fauve" hasta la abstracción de la posguerra del alemán Gerhard Richter o el estadounidense Sam Francis.

Destacan varias obras del noruego Edvard Munch, entre ellas una magnífica "Noche de verano en la playa", una curiosa corrida de toros pointillista de Henri-Edmond Cross, varios excelentes Vlaminck, así como tres obras realmente excepcionales del mexicano Rufino Tamayo, uno de los pintores favoritos del fundador.

Para el resto del año inaugural, la directora del museo, Ortrud Westheider, anuncia dos nuevas exposiciones: una, dedicada al arte estadounidense bajo el título de "Desde Hopper hasta Rohtko" y otra, que presentará a artistas que tabajaron en la antigua Alemania Comunista.

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