El plenario de la Diputación que cerró el año, con cuatro horas largas de duración, tuvo una bajada de telón con ruegos y preguntas en la que el exportavoz socialista y alcalde de Ribadavia, Ignacio Gómez, aprovechó para hurgar en las miserias internas, y, sobre todo, dejar claro que hay cuentas pendientes por saldar y que "eso no va quedar así". Un leguaje desafiante, retador y que pone de manifiesto que la política se puede convertir, por obra y desgracia de algunos personajes, en todo lo contrario a lo que debe ser. Lo más fácil, y a la vez perverso, es disparar contra todos aquellos que tienen un planteamiento diferente al suyo, ya no solo con los que comparte grupo político, por decir algo. La razón no es exclusividad de una persona, aunque se pueda caer en la tentación de imponer pensamiento propio y recurrir a ese casposo ajuste de cuentas para los que deciden dar un paso al frente y alzar la voz. Lo que no tiene justificación de ningún tipo es trasladar la culpa de todos los males a los demás, sin ser capaz de hacer autocrítica. De que poco sirvió el reiterado mensaje de Zapatero, el del talante. Poco predicamento y ningún caso, pues la forma que utiliza le delata, tanto en público como en privado. Esto no es Dodge City, ni el fuego es real... por ahora.