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Javier Cuervo.

Un millón

Javier Cuervo

Cálculo imposible

Cuanto más se marcha José María Aznar, más parece que regresa. Cuanto más se aleja del Partido Popular, más se acerca a la política. Primero separó FAES, ese think-tank suyo que lanza proyectiles liberales contra el estado del bienestar, del PP y luego dejó la presidencia de honor del partido, dando a entender que no es un honor presidir la organización que sustenta el gobierno de Mariano Rajoy, al que nombró sucesor. Los desplantes aznarinos plantean si prepara un regreso y todo el mudo se ha puesto a hacer cálculos. Error. Regrese o no Aznar, todo cálculo político ha perdido sentido en estos tiempos en los que los hechos aciertan de pleno y los cálculos fallan estrepitosamente haciéndonos pensar que los hechos fallan estrepitosamente.

Aznar es una figura de los viejos tiempos pero con ingredientes para reaparecer en los nuevos. Empezando porque es multimillonario, algo que no era cuando llegó al primer gobierno, y que ahora se lleva mucho, en Moscú y en Nueva York. Dice vivir de los derechos de autor pero no parece muy excitado con la escritura de su vida y de su pensamiento y sus obras no son las de Winston Churchill, con el que puede compartir el gusto por volver.

Estamos en una crisis cruda y el acuñador de la simpleza falaz "España va bien" puede recurrir a la nostalgia, un sentimiento que necesita 20 años de distancia que se cumplen en 2017. Además, es invulnerable a dos hechos de mucho impacto. Fue, al menos, consentidor de la corrupción que se dio durante su mandato y lo vive sin reproche alguno. Es el único de la cumbre de las Azores que no ha reconocido las mentiras para la invasión de Irak porque hacerlo sería jubilarse, como hizo el resto de sus cómplices. Además, sin duda, Aznar es nacionalista. Estos ingredientes le convierten en candidato perfecto para ser en un error que lamentar dentro de 30 años.

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