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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El desnivel

Así pues, cuando más de medio país se hacía ilusiones de mejor vivir en un plazo razonable, y aupado en su moral por las proclamas optimistas de los oráculos oficiales, los datos recogidos acerca de los salarios en Galicia este año que se acaba habrán servido para bajarlo de la nube. Y es que por eso, seguramente, alguien dijo que lo medible, aparte de poco opinable, es el mejor antídoto contra farsas y fantasías.

El caso es que apenas apagados los ecos de la polémica acerca de la "dignidad necesaria" de los sueldos para los cargos electos. y cuando los residentes en el antiguo Reino conocieron que un diputado -o diputada- del Parlamento gallego se embolsaba 4.800 euros mensuales, aparte prerrogativas, el mazazo aún fue peor. Un instituto, de los muchos que se dedican a destripar la realidad, ratificó lo que se intuía desde hace mucho: que la media salarial en Galicia está bastante por debajo de la española.

Con ese dato sobre la mesa, cualquiera con cierto carácter avinagrado opondría poca resistencia a la pregunta de qué significa para la "dignidad" de los asalariados de este lado del Padornelo esa cifra; que en concreto apenas supera los 1.300 euros mensuales -brutos-, poco más de la quinta parte de la percepción de un miembro "normal", aparte extras, de la Cámara. Y en qué lugar queda esa "dignidad" -al menos retributiva- de los representados comparándola con la de sus representantes.

No se pretende, con este recordatorio de un debate reciente, reavivarlo ni crear otra polémica. Tan sólo reflexionar sobre un asunto que nunca sale en los discursos, que desde luego se presta a la demagogia o la manipulación si se usa con villanía, pero que en todo caso merecería una reflexión profunda y hasta filosófica de a trascendencia de lo salarial.

Pero hay, además, otra posibilidad ante esos contrastes: la de establecer un análisis acerca de la macro y la microeconomía y eliminar un buen número de tópicos, algunos asentados en lo científico y otros en cambio, surgidos de las viejas leyendas urbanas. Y de lo extraño que parece eso que dicen los políticos con tanta frecuencia de que la nueva y buena marcha de la macro es necesaria para que la micro vaya también hacia arriba.

Alguien, pues, debería explicar, del modo más sencillo posible para general entendimiento, cómo es posible que cuanto tantos dicen que las cosas van mejorando, los bancos aumentan sus beneficios -y si no se tapan sus agujeros con fondos públicos- o las grandes industrias cierran con superávit sus ejercicios, la desigualdad entre asalariados o autónomos se amplía con los que predican la defensa de los más débiles.

¿Eh...?

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