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Los vigueses ya conocían a Einstein

¿Sabían los vigueses en 1925 quién era Albert Einstein? La pregunta la formulan varios amables lectores al conocer que aquel año, el sabio alemán, había pasado dos veces por el puerto sin que nadie le hiciera caso. Lo más sorprendente aún es que ocurrió cuando se vivía un momento cumbre del periodismo vigués, con tres periódicos editados en la ciudad en plena competencia -FARO, "Galicia" y "El Pueblo Gallego"- en los que escribían profesionales que han pasado a la historia.

El interrogante reaviva la vieja polémica sobre el interés por la cultura de los vigueses, es decir, si Vigo era una ciudad culta y preocupada por el conocimiento.

Hay que contestar de inmediato que sí, y más en el ámbito de las ciencias y la tecnología, puesto que los primeros centros de formación especializada fueron la Escuela de Industriales y la de Artes y Oficios.

El que nadie entrevistase a Albert Einstein ni se informara de su paso por Vigo no se debe al desconocimiento, simplemente es una omisión periodística. Los periodistas gallegos, a diferencia de lo que ocurrió en Bilbao, no se enteraron.

Ocurrió con otras grandes personalidades que pasaron inadvertidas por el puerto, entonces uno de los nudos de comunicación más importantes de España, del que los periódicos informaban a diario. También ocurre ahora en los grandes aeropuertos, por donde desfilan personajes que, a pesar de la presión informativa y las nuevas tecnologías, son anónimos porque se escapan al control.

Pero volvamos al contenido de la pregunta, ¿conocían los vigueses quién era Einstein? La inmensa mayoría, no. En un tiempo en el que abundaba el analfabetismo, es decir, con mucha gente que no sabía leer ni escribir, cuando la ciudad todavía no tenía Instituto de Enseñanza Media -se inauguraría dos años más tarde-, y por supuesto la enseñanza no era obligatoria, el nobel era un desconocido. Pero sí sabía quién era un amplio sector de ciudadanos.

Lo mismo que en aquel poblachón de pescadores de 1853 existía un puñado de ilustrados que dieron a luz este periódico, y un colectivo de lectores que lo sostuvieron hasta convertirlo en el decano de la prensa española, en los años veinte con más razón había personas interesadas en la cultura y el conocimiento.

La figura y la obra del científico germano, en la primavera de 1925, eran conocidas. Más aún, a los buenos lectores de este periódico les resultaba familiar.

En el bienio 1922-1923, FARO informa profusamente del personaje, en especial cuando llega a España, donde viven algunos familiares, es agasajado y recibido por el rey Alfonso XIII.

Ya en 1922, en Vigo se le presta atención en el ciclo de conferencias que se desarrolla en el Ateneo. Una está dedicada a "La teoría de la relatividad", su gran hallazgo, que desarrolla José María Orts Aracil, catedrático de Ciencias de la Universidad de Santiago y entusiasta seguidor del nobel.

En octubre de ese mismo año, en el discurso de apertura de la Escuela de Artes y Oficios, sin duda el acto académico más importante que se celebraba en Vigo, el profesor Segovia también se refiere a la teoría de la relatividad.

Por tanto, entre la gente culta viguesa, el personaje ya era conocido. Pero será al año siguiente cuando FARO se vuelque, en su visita a España, de regreso de Palestina donde había pronunciado una conferencia en la Universidad Obrera de Jerusalem.

Es a partir del 1 de marzo, tras arribar a Barcelona, donde se entrevista con Ángel Pestaña y los sindicalistas, pero sobre todo a su llegada a Madrid, al día siguiente, con informaciones a diario. Desde su audiencia con el Rey, el encuentro con Ramón y Cajal, sus tés en petit comité, y la imposición del birrete como doctor honoris causa en Ciencias por la Universidad Central. De todo se informan los lectores.

Como remate, con fecha de 18 de marzo, FARO le otorga el artículo de apertura de la portada, titulado "Einstein y su obra", que firma Miguel Ancil, uno de los columnistas más conocidos.

Por tanto, cuando Einstein costea España, en 1925, de paso hacia Sudamérica, era un personaje relevante, que merecía todas las atenciones, en especial de Galicia, donde no había estado.

¿Qué ocurrió para que nadie advirtiese su tránsito de ida y regreso, en dos barcos de la Compañía Hamburgo Sud-América, "Cap Polonio" y "Cap Norte", habituales en el puerto de Vigo?

Evidentemente quien tenía conocimiento de las personalidades que viajaban eran los responsables de la naviera. Y en Vigo, los agentes de la Hamburgo Sud-América, una línea con viajes regulares entre la ciudad alemana y Buenos Aires, eran los sucesores de Enrique Mulder. Son ellos o el consulado alemán quienes debieron informar a los periódicos que Einstein llegaba a Vigo, aunque el atraque fuera de pocas horas. Los Mulder tenían su agencia en la avenida de Montero Ríos, 22.

En Bilbao, la naviera organizó el pequeño homenaje que se le dedicó al ser saludado por un comité de recepción, incluido el cónsul. Y los periódicos informaron del acontecimiento. Pero en Vigo no ocurrió así. Por eso nadie pudo enterarse de su paso por el puerto, ni a la ida ni al regreso.

Esa es la razón de por qué los periódicos -y bien que lo habrán sentido profesionales como Rodríguez Elías, Paz Andrade, Ramón F. Mato o Blas Agra- no informaron del acontecimiento. Si estuvieran avisados, enviarían a sus mejores redactores a saludarlo y a dejar constancia. A muchos vigueses les habría encantado saber que iba a bordo.

Por fortuna él mismo dedicó el mejor piropo a la ciudad al anotar en sus diarios la increíble puesta de sol que contempló desde el puente.

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