Las navidades son sin duda la época del año en que nos sentimos más felices y solidarios.

Celebramos los más de 20 siglos en que Jesús, el niño Dios, nació en Belén y se unió la divinidad con la humanidad.

Son los días de más calma y sosiego del ser humano a pesar de la convulsión de las compras.

Es un momento propicio para reflexionar lo que Jesús, nacido en un establo y muerto en una cruz, nos dijo; y lo podemos saber si sobretodo en estos días repasamos el evangelio: la buena nueva.

A mí, de las cosas que más me fascinan, es la fe de María su madre: le reveló el ángel Gabriel en la anunciación que la sombra del Espíritu Santo la fecundaría y que el hijo suyo sería Dios, salvador del género humano.

María no dudó al tener que dar a luz en un establo porque no había posada en la ciudad de David.

María no dudó cuando tuvo que huir precipitadamente con José y Jesús a Egipto porque Herodes quería matar al niño.

María no dudó cuando a su hijo Dios lo mataron en la cruz como a un malhechor.

Pero lo importante de estos días es poder reflexionar sobre el mensaje de Jesucristo, practicar la grandeza del perdón: hay que superar el "diente por diente" y el "yo te doy porque tú me das".

Los cristianos discípulos de Cristo tenemos que acostumbrarnos a dar a cambio de nada, a ver para otro lado y saber perdonar.

Estos días de Navidad son los adecuados para ver en todos -la familia, los amigos, los vecinos, los compañeros de trabajo- el rostro de Dios y superar agravios y malos entendidos que, en nuestro caminar, son muy difíciles de evitar.

Es el momento de recordar unas frases del Papa Francisco para invitarnos a la austeridad, que es uno de los secretos de la felicidad...

Un reloj de trescientos euros marca la misma hora que un reloj de treinta euros.

Una cartera de trescientos euros carga el mismo dinero que una de treinta.

La verdadera felicidad es tener una familia y unos amigos en la que puedas hablar, reir y cantar.

La felicidad no consiste en tener cosas, consiste en tener una vida interior plena que aunque te veas con limitaciones te veas con dignidad.

En las fiestas navideñas nuestras calles están llenas de luces y de adornos. En nuestra ciudad de Vigo abundan los abetos y los símbolos de la nieve, pero no está representado lo más importante y lo más fiel a la historia: un belén y siluetas del niño Dios, la Virgen o San José en la iluminación.

Nuestro alcalde, que es un hombre muy trabajador y preparado, ha tenido este lapsus en la iluminación de la ciudad. Él sabe que lo que digo es verdad. Una gran parte de sus votantes son creyentes y el señor Caballero es regidor de todos los vigueses. Él sabe que Vigo es creyente aunque no muy practicante. Y, para muestra, un botón: la procesión del Cristo de la Victoria. El rectificar es de sabios y así lo esperamos los vigueses. Feliz Navidad para todos.

*Miembro del Club 55