Cada capa de navidad que se nos deposita encima nos aleja de nuestra propia natividad, aunque prefiramos medir la edad por el número de primaveras. Por eso, aunque parezca que todas las navidades son iguales, cuando llega otra tenemos una navidad más detrás, y una menos delante. Sin embargo la melancolía que por las fechas invade a mucha gente no debe de venir de esto, sino del acortamiento al mínimo de la luz solar. No vale el consuelo de que es también cuando la luz vuelve a crecer, pues vivimos siempre en la inercia de lo anterior, con los pies trabados en los días pasados. ¿Será ese el motivo de que, como compensación, nos pasemos la vida hablando del futuro?. En mi opinión la mejor razón para celebrar la navidad con todos sus ritos y tradiciones es porque está ahí. La misma que dio Hillary (Edmund) cuando le preguntaron por qué había subido al Everest.