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Tribuna libre

Una reflexión desafortunada sobre el AVE

La entrada en funcionamiento del nuevo Gobierno y los efectos que ha tenido la ausencia del mismo durante un año, en el que hubo de ejercer en funciones el anterior, han devuelto a la actualidad el AVE gallego y abierto dudas sobre las fechas para que esté totalmente activo. La CEO se ha distinguido a lo largo de los años por su posición de vanguardia a la hora de reclamar la alta velocidad, con un papel que fue más allá de espectador exigente, haciendo análisis, acercando propuestas y ofreciendo soluciones, avalados unos y otras por nuestros expertos en infraestructura viaria. Por esa razón, la institución que presido, hace semanas cuando aparecieron las primeras noticias sobre posibles retrasos de la finalización de las obras del AVE entre Ourense y Zamora en 2018, mostró su decepción a nuestras aspiraciones de estar conectados en dos horas y cuarto con Madrid en esas fechas , fechas que nos han sido reafirmadas constantemente por nuestros dirigentes políticos de forma insistente en los últimos años.

Decía también que podríamos ser comprensivos, si la causa fuese imputable a las dificultades de gestión de un Gobierno en funciones, aunque también se nos comentó en su día por los más altos representantes políticos de la materia que no habría retrasos por ello; no más allá de unos meses de retraso en todo caso. Recordamos que los ciudadanos en general y los empresarios en particular queremos que se cumpla lo proclamado tantas veces por las autoridades competentes y aceptado en todos los ámbitos. Anunciábamos, además, la intención de la CEO de seguir reclamando con insistencia la mayor celeridad para que el AVE sea una realidad, dado que las posibilidades que ofrece son una de las palancas sobre las que la provincia de Ourense pretende asentar su futuro.

En esas estábamos cuando el ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, recién llegado al cargo, hizo pública una desafortunada reflexión cuestionando la necesidad de construir el tramo entre Taboadela y Ourense a través de la variante exterior y apostando por conservar la línea convencional -diseñada en los años veinte del pasado siglo, hace casi cien años- en base al alto coste y escaso ahorro que implicaba la nueva, según su teoría.. También aquí volvimos a alzar nuestra voz, para rechazar cualquier devaluación del proyecto del AVE,y entre todos conseguimos que la movilización de la sociedad primero ourensana y después la gallega y de las fuerzas vivas de la provincia y de la comunidad autónoma trajeran como resultado conseguir dar marcha atrás al ministro y al Ministerio.

El episodio y la determinación de la sociedad y de sus representantes sociales y políticos ourensanos y gallegos deben servir de punto de apoyo para deshacer viejos mitos en torno a esta infraestructura tan demandada como necesitada para la sociedad gallega, que periódicamente cuestionan su utilidad basándose, exclusivamente, en su coste. Galicia tendrá AVE tres décadas después de circular por otras comunidades, que obtuvieron una ventajosa competitividad frente a territorios, como el gallego, que en ese tiempo ni siquiera tenían vías de altas prestaciones para el transporte por carretera.

El argumento de que si la variante exterior es una solución un poco más cara que el trazado actual o que la estación, que recordemos será nuestra puerta de entrada, también pueda ser recortada en su ejecución final por otra más pequeña, no creemos que sean argumentos de peso para una provincia como la nuestra aquejada de numerosas dificultades y que precisamente lo que necesita es un gran impulso con una inversión a la altura de los tiempos que vivimos, con las mejores prestaciones y que será utilizada por muchas de las generaciones venideras.

Por último, y en consecuencia, el AVE gallego en las mismas condiciones que el que opera en otras líneas es un objetivo irrenunciable y no puede acumular más retrasos de los que soporta, teniendo en cuenta que la primera fecha dada en su día para que funcionase era el año 2005. En el paquete debe ir una estación de primer nivel y un trazado de entrada en la ciudad que evite la perpetuación de la partición de la ciudad en dos para siempre con daños irreparables en el urbanismo del futuro.

Para evitar dilaciones es preciso que la sociedad ourensana y gallega, en bloque, con sus representantes sociales y políticos a la cabeza, mantengan la máxima implicación en la debida exigencia. Los efectos negativos de los incumplimientos no son sólo para Ourense, sino que afectarán en la misma medida al resto de Galicia. Si la sociedad ourensana y gallega consciente de la importancia de la premura de ésta infraestructura de forma unánime exige que los plazos y las condiciones pactadas hace tiempo se cumplan tendremos en ese tiempo y en esa forma el AVE que todos nos merecemos.

(*) Presidente de la Confedederación Empresarial de Ourense (CEO) y consejero delegado de Aceites Abril.

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