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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El "envaine"

Tras el mal paso del nuevo ministro de Fomento, que no pudo empezar peor su mandato, al menos visto desde aquí, la rectificación del gobierno -que así debe considerarse, más que la de uno solo de sus departamentos- le ha ahorrado a Galicia, siquiera por ahora, otra decepción, y a Mariano Rajoy un conflicto muy serio. Y especialmente doloroso, porque sería contra su propia gente.

(Antes de proseguir, una matización. Fomento califica de mala interpretación lo que ha sido más bien una cadena de equivocaciones de su titular, y además en muy poco tiempo. Porque sus declaraciones en TVE no dejaban lugar a ningún tipo de equívoco: dijo lo que dijo y todos lo entendieron. Otra cosa es que, quizá, no esperase la reacción, a través de diferentes cauces, de -casi todo- un país que, como el gallego, soporta muchas cosas pero no que le tomen el pelo.

Ya puestos, y del mismo modo que hace apenas horas -y siempre desde la perspectiva de la opinión personal de quien esto escribe- se exigía una acción inmediata en defensa de Galicia a su presidente, a la Xunta y a la sociedad, hay que decir ahora que esa reacción se produjo, que fue como se debía y que resultó exitosa. Y no sólo por la nota literal del Ministerio, sino por sus evidentes efectos. Es verdad que el presidente Feijóo no hizo sino lo que debía, pero lo hizo y bien. Y además con discreción, lo que es otra prueba de lealtad a su partido y a su pueblo.)

Resulta, por tanto, del todo inteligible la sensación de victoria que tienen hoy los gallegos/as, aunque afortunadamente no haya existido conflicto al final. En todo caso, y pese a la lógica alegría, no queda más remedio que insistir en el consejo, con tanta claridad como firmeza, de mantener la guardia alta. Porque el compromiso de Fomento es claro, pero deja en el aire una duda: la de que la llamada variante de Ourense podría no estar terminada al tiempo que el resto del trayecto. Y eso no sólo sería un error igual al del señor De la Serna al hablar del tramo Lubián-Ourense, sino la persistencia en la equivocación contra una ciudad que, como ha demostrado con su alcalde a la cabeza, sabe afrontar los retos.

Sensaciones aparte, la opinión pública en este antiguo Reino emplea, como muchas otras, el argot popular para definir cuando alguien, y también un gobierno, corrige sus yerros por la brava: "se la ha envainado", dice. Pero sea de ese modo o de otro, también es de aplicación el viejo refrán según el que "rectificar es de sabios". Lo que no conviene es hacerlo -rectificar- con frecuencia, porque eso equivaldría a admitir demasiados fallos y, francamente, después de este episodio el horno no está para bollos.

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