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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El "realismo"

De modo que, con las cosas como están -media España pidiendo lo que cree se le debe y la otra media exigiendo lo que en verdad se le adeuda- no es extraño que el presidente Feijóo no haya obtenido del nuevo ministro de Fomento garantías de que se respetarán lo firmado y sus plazos. Don Alberto disimuló como pudo la decepción -especialmente en lo del AVE- y agradeció "el realismo" de su interlocutor, pero habrá que esperar a que se explique, aquí y ante la Cámara.

Lo que le va a resultar poco menos que imposible es eliminar la sensación de que alguien le ha tomado el pelo a este antiguo Reino. Un repaso a las hemerotecas, a las reiteradas afirmaciones de que se cumplirían los plazos y que 2018 era la frontera entre el cero y el infinito ferroviario basta para rebatir lo del "realismo" actual. Y la sugerencia de que la "culpa" la tiene el año perdido con un gobierno en funciones puede ser cierta, pero parece excusa de mal pagador.

(En cuanto a la zanahoria, tras el palo -la "cesión" parcial, o lo que sea, de la gestión de la AP-9- y su proclamación de "hito histórico", parece un desahogo. Cualquiera que conozca al presidente de la Xunta sabe que distingue bien el gato de la liebre y que su procesión iba por dentro, aceptando por fuera que no es momento de decir todo lo que se siente. Otro servicio a su partido y a su jefe.)

Dicho eso, e insistiendo en la idea de que la deuda -histórica- con Galicia no empieza ni termina en el AVE, es necesario que esta Xunta asuma al fin y de verdad que las cosas han cambiado en las Cortes, que su gobierno "amigo" ya no tiene la sartén por el mango, que habrá de ceder mucho y muchas veces a sus rivales y que eso, en Obras Públicas, significa menos dinero para los afines y reparto con los adversarios. Punto.

O sea: que como ya se dijo aquí, habrá que mantener la guardia atenta para que avise a tiempo de cualquier otro imprevisto. Y, conviene insistir, no solo en el AVE: también para que se cumpla la necesidad de que el resto de trenes, que en un país como este son pieza clave de comunicación interior, no agonicen sin recursos para extinguirse al final.

Ítem más. A la Galicia despierta y dinámica con que sueña el señor Núñez -quizá como herencia política- le faltan todavía demasiados elementos de modernización, de coordinación y, por supuesto, de dotación. Y que además de infraestructuras materiales -desde portuarias a aeronáuticas y educativas-, se precisa una especie de "revolución cultural" para estimular un sentido clave en el que el país es aún muy deficitario: el de lo común. Pero de eso, y del "realismo", habrá que seguir hablando. Y en serio.

¿O no...?

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