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Diálogos aparentes

Un mes después de constituirse el Gobierno (y aceptado por parte de Mariano Rajoy que el conflicto con Cataluña es el asunto de más importancia al que se enfrenta en los próximos meses), tanto la Moncloa como la Generalitat catalana están en el inicio de una nueva fase, en el marco de la llamada "Operación Diálogo".

Aquí juega un papel relevante la vicepresidenta del Ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, actual encargada de la "carpeta catalana". El nombramiento de Enric Millo como nuevo Delegado del Gobierno en Cataluña (de talante moderado, en comparación con su antecesora, María de los Llanos de Luna) y la voluntad de hablar sobre todos los temas pendientes reclamados por el presidente catalán, Carles Puigdemont, en abril pasado, pretenden escenificar una voluntad de distensión que ponga fin a las nulas relaciones de los últimos años.

Y es que estamos en eso, en una teatralización. A diferencia de lo sucedido hasta ahora, se trata de hacer ver (a la opinión pública española y, sobre todo, a la catalana) que el Gobierno está dispuesto a discutir sobre todas las controversias y a "hacer disminuir la litigiosidad" con la administración catalana, de manera que sea esta la que aparezca como intransigente.

El problema, tanto para Puigdemont como para su vicepresidente, Oriol Junqueras, es que el Ejecutivo está dispuesto a hablar de todo? menos del referéndum que aglutina a todo el independentismo y que pretende celebrarse dentro de nueve meses (con o sin la aprobación de Madrid). Y ambos saben que, en caso de marcha atrás en ese punto fundamental, su electorado no se lo perdonaría. Así que veremos quién gana esta batalla táctica en las próximas semanas (ahora que el choque de septiembre aún queda lejos, políticamente hablando).

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