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Camilo José Cela Conde.

Independencias

Los sobresaltos salidos de las urnas y la campaña para convertir California en un país libre y soberano

En su fuero más íntimo nadie entre nosotros daba como ganador a Trump, ni esperaba que los británicos eligieran salirse de la UE, ni vaticinaba la victoria del no en el referéndum de paz de Colombia. Pero resulta que el patoso Donald ocupará la Casa Blanca, el Reino Unido está ya negociando el "Brexit" y se ha tenido que improvisar un nuevo acuerdo entre el Gobierno de Bogotá y los representantes de las FARC. Así que, de manos de la Historia más reciente, hemos aprendido ya a no confiar en lo que el sentido común nos dicta.

Si hace unos años, o siquiera unos meses, hubiésemos leído que estaba en marcha una campaña para proclamar la independencia de California respecto de los Estados Unidos, habríamos pensado que se trataba de un golpe publicitario de alguien en busca de fama. Pero la iniciativa se ha presentado siguiendo los pasos oficiales y el hipotético referéndum tiene fecha propuesta: el 13 de marzo de 2019, que caerá en miércoles. Como seis millones de californianos votaron en contra de Donald Trump, bastará con que un 10% de ellos se animen a dar su firma para contar con las suficientes para que la plataforma YesCalifornia transforme en realidad lo que ahora parece un disparate.

Así que igual se produce la celebración de una consulta popular con una pregunta nada ambigua: ¿Quiere usted que California se convierta en un país libre, soberano e independiente? Y, si es así, qué duda cabe acerca de que, con los precedentes próximos como referencia, no se puede desechar de antemano la victoria del sí en caso de que el referéndum tenga lugar. En realidad el solo hecho de que la consulta se produjese sería ya una victoria, y es ese carácter de símbolo de cualquier referéndum soberanista el que lleva a que el presidente Rajoy se haya cerrado en banda respecto de la campaña del derecho a decidir.

El derecho invocado en Cataluña se vuelve bandera que separa a los independentistas de los españolistas aunque tanto unos como otros estén convencidos de que ejercerlo no llevaría en la práctica a separación alguna. Pero el caso de California es diferente. En primer lugar, porque el rechazo hacia Trump es la única razón para el ejercicio del soberanismo; no existe ninguna otra que justifique en absoluto la independencia de California. Pero, además, quienes presentan la iniciativa soberanista no buscan una victoria moral en el referéndum sino un resultado pragmático cuyas consecuencias, a medio camino de la presidencia de Trump, serían inimaginables.

Aunque no prospere la vía de recuento pormenorizado de votos que se quiere imponer en los Estados en que la victoria del magnate fue ajustada, la consulta de California, si tiene lugar, dejará abierta la caja de los truenos. Puede que la época de las grandes guerras de independencia haya concluido pero los sobresaltos salidos de las urnas ocupan ya ese espacio.

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