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San Martín de Tours, 1.700 años después

Es ya de por sí un honor recordar, honrar y celebrar cada año la incomparable figura de San Martín de Tours, pero si le añadimos la celebración del Congreso Internacional "San Martín de Tours y su proyección en la Gallaecia de la Época Sueva" y además la Bendición Apostólica del Papa Francisco a petición del obispo Monseñor Leonardo Lemos Montanet, es casi un sueño hecho realidad.

El día 2 de noviembre de 2016, Monseñor Renzo Fratini, nuncio apostólico de Su Santidad el Papa Francisco escribe: "Excelencia reverendísima, Monseñor José Leonardo Lemos Montanet, Obispo de Ourense. Su Santidad Francisco saluda cordialmente a los organizadores, patrocinadores y participantes en el Congreso internacional en conmemoración del 1.700 aniversario del nacimiento de San Martín de Tours, patrono de esa ciudad y de la diócesis de Ourense, y les anima a reflexionar sobre su figura y su fecundo ministerio, para que puedan encontrar luz e inspiración en sus vidas, y un ejemplo a seguir para salir al encuentro de los pobres y necesitados llevando la ternura y la misericordia de Dios".

"Con éstos deseos, y encomendando a la intercesión de la Virgen María los frutos de este encuentro y a cuantos asisten al mismo, el Santo Padre les imparte de corazón la implorada Bendición Apostólica".

Cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de Su Santidad.

Pero, por si todo esto fuese poco, días después, Su Santidad, dirige una carta personal desde la Santa Sede al Excmo. Monseñor José Leonardo Lemos Montanet, Obispo de Ourense que reza así:

Vaticano, 5 de Noviembre de 2016

"Querido hermano: Con ocasión de la conmemoración de los 1.700 años del nacimiento de San Martín de Tours, titular de la Iglesia Catedral de Ourense, te hago llegar mi cordial saludo, pidiéndote que lo trasmitas a los demás hermanos obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y a todos los fieles que se unen a esta celebración".

La persona y la vida de San Martín de Tours sigue siendo muy actual y alentadora. Él quiso en todo momento seguir a Cristo pobre y humilde, y supo conocerlo en el hermano solo y necesitado, se entregó a la voluntad de Dios sin rehuir ningún trabajo ni esfuerzo para servirle mejor y para el bien de los hermanos. Los animó a seguir caminando juntos en el seguimiento de Cristo, abriendo el corazón a todos los que salen a nuestro encuentro en el camino de la vida y necesitan ser cubiertos con el manto del consuelo y de la ternura de la misericordia de Dios".

"A todos los que de una manera u otra participan en esa celebración Eucarística les imparto mi Bendición que hago extensiva a sus familias y demás seres queridos. Por favor, no se olviden de rezar por mí".

"Que Jesús los bendiga, y la Virgen Santa los cuide".

"Fraternalmente, Francisco".

Con éste comienzo, se podía asegurar que todo sería un rotundo éxito.

El congreso fue puesto en marcha por José Manuel Baltar, que puso de manifiesto sus grandes tareas, el reconocimiento a todos los ourensanos que hacen Ourense día a día, lejos de su Ourense natal, con el Premio "Ourensanía". Poner en valor nuestros recursos turísticos y nuestros vinos, y por encima de todo, lograr que a Ourense se la conozca como "Ourense, ciudad termal", en definitiva, poner Ourense en lo más alto, que es donde le corresponde.

A continuación Monseñor Leonardo Lemos Montanet, obispo de Ourense, habló de cómo las comunicaciones fueron claves para la difusión del cristianismo a través de las calzadas romanas, como la XVIII más conocida como Vía Nova. Gregorio de Tours nos narra cómo dos figuras, distintas en el tiempo pero ambas nativas en la antigua provincia romana de La Panonia al norte del Danubio, entre Hungría y Croacia, San Martín de Tours y San Martín de Braga o Dumiense, van a difundir enconadamente el cristianismo. A éste último se debe en gran parte la extraordinaria labor evangelizadora en el sentir de la Gallaecia Sueva. En su tratado De correctione rusticorum, el dumiense nos propone una nueva forma de ciudadanía para lograr la unificación del pueblo bajo un mismo ideal espiritual y social en la conversión a la fe cristiana de los paganos y arrianos, consiguiéndolo así 17 años antes de que esto se lograse en el III Concilio de Toledo de 589. Leonardo Lemos hizo votos para que este congreso se convirtiera en una fuente inspiradora y dinamizadora para construir un futuro que nos ayude a comprometernos en la defensa de los valores fundamentales de la convivencia social y en la promoción integral del ser humano y de sus derechos.

Jorge López Quiroga, orensano del 66 y coordinador científico del Congreso, trazó un primer perfil de la humanidad de San Martín de Tours, cuando a la edad de 21 años, allá por el año 337, siendo soldado del ejército imperial y a lomos de su caballo parte su capa por la mitad para compartirla con un mendigo. El 4 de julio de 371 los fieles de la ciudad francesa de Tours eligieron al monje Martín como Obispo y es en la intervención ante el emperador Magno Clemente Maximo como mediador para evitar el ajusticiamiento de Prisciliano, (enfrentándose al obispo galaico Hidacio que era partícipe de la ejecución), es cuando se le vincula por primera vez con la Gallaecia. La llegada de las reliquias de San Martín de Tours a la Gallaecia de la época sueva, en la segunda mitad del S VI, fue fundamental para la intensa labor evangelizadora llevada a cabo por San Martín de Dumio. ? La dimensión histórica de San Martín de Tours trasciende a su época para hacer de él un precursor modélico de integración europea, un ideal tan necesario como de extrema actualidad en nuestra vieja Europa.

Tal vez Fariña Busto puso el dedo en la llaga cuando hizo un recorrido del Ourense tardoromano, al recordarnos el pasado termal del entorno. El camino (las vías romanas que atravesaban los asentamientos en Auria, como la Vía Nova) trajo la novedad de la nueva forma de cristianización a través de los seguidores de San Martín de Tours, San Martín de Dumio y otros muchos personajes anónimos fueron los que día a día con su pasar contribuyeron a cristianizar las costumbres castrexas en principio y a asentarlas muy poco a poco. Ese fue el otro milagro que produjeron los beneficios del termalismo. Del mismo modo civilizaciones como la Celta divinizaron el líquido elemento mágico de poder del que se preparaba el Agua Lustral, a la luz de cierta fase lunar, recogiendo la fuerza de los elementos tierra, agua, metal, fuego y madera. Una vez lista era usada para curar heridas, reanimar a moribundos, iniciaciones, sellar hoyos áuricos en el campo magnético de las personas, animales u objetos, así como preparar brebajes y llamar espíritus, y que además era capaz de sanar enfermedades, así como un medio de purificación. Fueron precisamente los romanos los que pusieron en valor el termalismo, dándole gran importancia por las propiedades medicinales. Estrabón y Ptolomeo cuentan que las legiones de Décimo Junio Bruto, Cayo Antistio Veto y Publio Carisio, una vez concluida la célebre batalla de Monte Medulio contra la rebeldía de los Galaicos y Cántabros que ocupaban las elevadas vertientes de los ríos Tamaga, Bublo y Limia cruzaron el valle Tamagano donde obtuvieron enconada resistencia con los Búbalos, Tamaganos y Limicos sufriendo grandes pérdidas y que para curarse de las heridas y padecimientos los soldados bebían "Aquam salutis circiter fluminis Bublei" de los manantiales del río Buble o Búbal.

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