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Francisco García.

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Francisco García

El deber de los deberes

La visión de un profesor ante las tareas escolares en casa

La Confederación Española de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa) ha propuesto a las familias que insten a sus hijos para que no hagan los deberes escolares que la escuela les manda para casa, al menos todos los fines de semana del presente noviembre. Huelga de deberes caídos. ¿Resultados hasta ahora? Pues depende: muy buenos para la Ceapa, insignificantes para quienes rechazan tal medida. ¿Polémica? Total. Hay quienes defienden que todo tiempo pasado fue mejor, esa añoranza de la juventud perdida: "En mis tiempos, había deberes a maza y aquí estoy", proclaman. Otros, en cambio, defienden que todo presente es mejor, esa militancia en la idolatría del hoy: "Los deberes para casa son una persistencia obsoleta de modelos educativos caducos", sostienen. Y no faltan profesores que suben a las redes sociales mensajes como el siguiente: "Queridos padres de familia: respondiendo a su solicitud de no enviar tarea para casa, ya que es responsabilidad nuestra como profesores enseñar las materias, y no suya, querríamos pedirles por nuestra parte que no manden a la escuela niños irresponsables, irrespetuosos, perezosos y prepotentes, porque esa es su responsabilidad como padres y no la deben delegar en nosotros". Claro está, enseguida se aplican las etiquetas maniqueístas que tanto gustan en este país: los que defienden los deberes para casa son reaccionarios; quienes abogan por su supresión, progresistas. Mucho me irrita ese etiquetado. Tal parece que existiera una oficina de patentes reaccionarias o progresistas, administrada por comisarios políticos de la verdad correcta. Si usted defiende las tareas escolares para casa, está contra la innovación, por lo tanto le calco en la frente el signo del reaccionario. Si usted aplaude la huelga, es persona de ideas avanzadas, luego le sello como progresista. Simplismo irracional. He sido profesor durante más de cuarenta años. He dado clases particulares a niños, a adolescentes de todo tipo y condición y hasta a un suboficial del ejército. He trabajado en la enseñanza privada, en la concertada y más de seis lustros en la pública. Recibí a padres que me proponían métodos pedagógicos concluyentes para su hijo: "Usted péguele a conciencia". Traté con cierto director que me ordenaba vigilar los urinarios durante los recreos: "La juventud de hoy comienza masturbándose y acaba marxista", razonaba aquel personaje. Usé tiza y pizarra digital, proyectores de filminas y pantallas de plasma, cuadernos de espiral y ordenadores en el aula. Me apoyé, por imperativo legal, en el libro de texto y terminé por suprimirlo y colgar los temas en la red, con enlaces a tutiplén, gratis total. Eché mil horas extras (sin sueldo) ayudando a los que lo necesitaban y acabé por abrir un blog (sin sueldo y en horas libres) que eliminaba los deberes clásicos para casa. Di clases buenas, malas y regulares a alumnos buenos, malos y regulares. Sufrí planes de estudios de risa y diseños curriculares de cachondeo. Ni soy el abuelo Cebolleta contando batallitas, ni enarbolo la bandera de la implementación educacional operativamente procedimental y referencializativa neopedagogicoide. Las he visto de todos los colores y algo sé del asunto. He aquí, entonces, mi muy resumido punto de vista: (1) Me parece muy bien que el alumno dedique un tiempo a repasar en casa lo que ha aprendido en la escuela; ni por ello se va a estresar ni a volver tarumba. (2) Me parece muy mal que la escuela o los padres le impongan una carga de trabajo tal que le impida jugar, socializar y descansar por las tardes y los fines de semana. (3) Veo en esta movida contra las tareas escolares un sutil paso adelante en la persistente campaña de desprestigio de la labor profesoral, pues transmite al sobreprotegido alumno el mensaje de que en la escuela mandan los papás y de que los maestros son instrumentos sometidos al dictamen paterno. Si el lector quiere acompañarme en el análisis de los argumentos de las partes, aquí lo espero la semana próxima. Gracias.

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