Tengo que reconocer que, aunque no me gusta ser alarmista, y suelo centrarme en mi trabajo y asegurar lo que de mí depende -pues no merece la pena preocuparse de aquello que uno no puede controlar-, la semana empezó fatal y desgraciadamente terminó peor con la muerte de Leonard Cohen. El martes nos despertamos con la noticia de que Donald había ganado las elecciones en EE UU, y eso era casi el preludio del fin del mundo y también del universo.

Las radios y las televisiones nos bombardearon sobre lo que "todos" nos jugábamos, y ante el talante arrogante, machista, racista, xenófobo y, en muchas ocasiones, vulgar y maleducado del candidato republicano, incluso la mayoría de los medios tomaron partido por la candidata Clinton. Se lanzaban resultados altamente variables sobre encuestas en las que tan pronto se decía que Hillary barría a Donald, debido entre otras cosas a sus múltiples escándalos de temática sexual y machista, como que de pronto ambos iban a la par, debido al "affaire" de los e-mails. Incluso hasta el día en el que llegaron los resultados, había analistas que auguraban una gran movilización del voto demócrata.

Todo falso. Todas las predicciones fallaron otra vez, como en el caso del "Brexit", como en el caso de Colombia. Nate Silver predijo que Clinton tenía un 71,4 por ciento de probabilidad de ganar. David Rothschild le daba un 85 por ciento, e incluso el "New York Times", de acuerdo en ese porcentaje, comparaba la derrota de Hillary con un símil deportivo irrealizable. Pero la estadística es la ciencia que modela la ignorancia, y todos ellos obviaron el principio de todos los principios: mierda entra/mierda sale; y ninguno quiso entender la verdadera incertidumbre de las predicciones, y que las variables predictivas eran otras. Increíblemente, casi ninguno de los medios puso el dedo en la llaga, como lo había hecho Michael Moore en su blog: Hillary es una política desacreditada.

Moore había anunciado meses antes de las elecciones que Hillary perdería, y denunciaba la burbuja mediática en la que se movían dichas elecciones, y que el simple hecho de repetir varias veces el mismo mantra ("Trump is not gonna win") lo hacía verosímil. Moore basaba su análisis en 5 puntos, alguno de los cuales desearía comentar. El primero es obvio: la gente es soberana y vota lo que le da la gana, siempre y cuando estos partidos no sean anticonstitucionales. Si lo son, debemos aceptar el voto, y si no, deben ser ilegalizados. En el caso de los EE UU, los cuatro estados de los grandes lagos -Michigan, Ohio, Pensilvania y Wisconsin- que eran tradicionalmente demócratas, han elegido desde 2010 gobernador republicano debido a la gran crisis económica que generó la deslocalización de importantes industrias. Habrán oído hablar del "caso Detroit", pero puedo decirles que Cleveland y otras muchas ciudades americanas han sufrido los efectos devastadores de la globalización, iniciados en la época de Reagan, pero también alentada por los demócratas, que miraron para otro lado.

Trump tenía razón cuando acusó a los Clinton de haber soportado el NAFTA (Tratado de libre Comercio de América del Norte), que tanto impactó esa crisis. Moore explicaba que si Trump consiguiese conquistar el alto medio oeste, no necesitaría ni Florida. Y eso es lo que hizo cuando, visitando una factoría Ford, les amenazó con incrementar un 35 por ciento los impuestos de su venta si la producción se iba a México, o cuando dijo a Apple que les obligaría a repatriar su producción china. "Haced lo que digo, no lo que yo hago". El nacionalismo económico ha funcionado siempre. La victoria de Trump es otro "Brexit", y vendrán más, porque la clase política no entiende las necesidades que apremian a las clases media y trabajadora. Viven en una burbuja de oro que mucha gente creemos que hay que pinchar. ¡Y que se preparen también las monarquías! Veremos abdicar a unas cuantas en el siglo XXI.

El segundo punto es el racismo y el machismo que todavía imperan en algunos estamentos sociales del hombre blanco americano, que ve a Trump como la última oportunidad para seguir manteniendo la sartén por el mango. Parece ser que cuando Beyoncé en la Super Bowl, puño en alto rodeado de un ejército de mujeres negras, declaraba que la dominación se había terminado, en algunos saltaron las alarmas. El tercer punto es que ni Hillary ni Sanders eran los candidatos adecuados, y menos Hillary, a la que muchos americanos la denominan la Clinton's mafia. ¿Se imaginan que Ana Botella se hubiese presentado por el PP después del ínclito? Mucha gente cree que el símbolo de Bill en el horóscopo chino es el cerdo, y excusó los propósitos machistas y sexistas de Trump, como de hecho hacen muchos hombres.

Esta es, desgraciadamente, la sociedad en la que vivimos, y si no están convencidos solo tienen que mirar en su propio smartphone lo que en ocasiones se recibe. Aunque sea políticamente incorrecto decirlo, la mayor potencia económica mundial no estaba preparada para tener una mujer presidente, y menos que ésta fuese Hillary, que es muy inteligente, como las ratas, pero que no ha sabido conectar con el electorado. De hecho, los jóvenes que votaron a Sanders en primarias parece ser que se quedaron en casa o decidieron votar a otros partidos, porcentaje que nunca ha sido tan elevado como en las pasadas elecciones. La superioridad intelectual de Hillary, descrita como una mujer ambiciosa que aguantó al promiscuo de su marido porque quería esperar su momento, no fue suficiente. Eso molestó a muchos votantes, así como también sus constantes cambios de opinión. Son muchos los escándalos que rodean a los Clinton. A eso se refería Trump cuando dijo que la metería en la cárcel. A Trump, sin embargo, lo consideraron como un outsider, un verso libre, aunque tuviese defectos similares.

La principal razón de la fallida predicción electoral la describe Aradhna Krishna, de la Universidad de Michigan: la vergüenza de los votantes y el miedo al estigma social. Moore se pregunta si Trump pudo haber saboteado su propia campaña electoral, porque nunca quiso ser presidente, pero tampoco un loser (perdedor): asquerosa coincidencia del destino. El resultado ya lo conocen. Reflexionen sobre el crecimiento de Podemos desde la nada; o pregunten en Francia cuántas mujeres presidentes han tenido, y cuantas concubinas han tenido sus presidentes, todos hombres, y a quién vota la clase obrera del deprimido Norte Ch'ti , y también algunos franceses de origen magrebí. Y aunque no digan la verdad entenderán por qué el Frente Nacional puede ganar las próximas elecciones en el país vecino.

La manipulación de los medios ha sido impresionante. Cada vez es más difícil, discernir entre información y opinión, entre señal y ruido. Y toda esta retahíla de malas noticias hace que nuestro cerebro reaccione infantilmente e intente minimizar los desastres. Así, nunca somos capaces de anticipar las malas noticias y nos tienen en vilo, a su merced. La única solución es ahondar en los principios de la verdadera democracia. La que tenemos aquí es solo un pésimo sucedáneo. Los americanos nos dan, pese a Trump y a los Clinton, un millón de vueltas.

*Profesor de Matemática Aplicada