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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los huecos

Dicho a modo de resumen, y desde la plena opinión personal, es probable que el debate de investidura del señor Feijóo haya dejado algunos huecos desconcertantes en la sociedad gallega. El primero y más importante lo constituye la falta de apoyo de las izquierdas a la oferta presidencial de acuerdos en varios asuntos claves, de forma especial a una postura común para reformar la financiación autonómica.

(Se emplea el plural para describir a la oposición porque si había alguna duda acerca de que cada grupo va por su lado quedó eliminada durante la sesión parlamentaria de ayer. En la que al menos parte de ella sigue utilizando la táctica, absurda, de dirigirse al PP como si no tuviera la mayoría absoluta o la que tiene fuese ilegítima. Es un viejo argumento maniqueo que nunca le dio resultado, pero que mantiene quizá por carecer de otros mejores.)

Hubo más huecos, sólo que referidos a las diferencias -y rivalidades- entre BNG, EM y PSOE que hacen premonitoria la afirmación, en FARO, de don Camilo Nogueira sobre el muy largo plazo que, si alguna vez lo logran, necesitarán todos para ponerse de acuerdo y hacer frente común ante el PP para tratar de vencerlo. Y ya va siendo tiempo de buscarle razones, que son más que motivos y con más peso, para que eso pase.

Siempre desde el punto de vista de quien lo escribe, y aparte de las diferentes prédicas de cada grupo opositor, la razón principal que los aleja del poder es su incapacidad para conectar con la realidad o, peor aún, para explicarse y convencer. Y cuando no se convence, generalmente tampoco se vence: estos cuarenta años de democracia gallega lo demuestran.

Ejemplo sobradamente significativo es -y conviene insistir- el de la falta de acuerdo para apoyar una postura común ante la financiación autonómica y los riesgos de que se utilice para resolver problemas territoriales candentes echando mano de dinero en principio destinado a otros fines. Por ejemplo el de una financiación más justa y necesaria para Galicia y también la posible congelación de lo que queda del proyecto AVE.

Y no se trata de repetir argumentos ya expuestos acerca de la importancia que tendría una postura común gallega para hacer frente al riesgo. Ni tampoco de negar una cierta desconfianza opositora hacia las ofertas del presidente Feijóo aunque tuviera fundamento, lo que parece discutible. Es la hora de la generosidad mutua aceptando un peligro menor en aras de un bien mayor. Pero, por lo que se ve, en eso también hay un hueco de tamaño considerable. Y que nadie se engañe: no hay un gallego serio que entienda la ausencia de acuerdo.

¿O no...?

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