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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Un fenómeno a estudiar

Cuando se publique este artículo ya se sabrá si las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos de América, las ha ganado la señora Clinton o el señor Trump. Según simplificaron los medios, la primera representaba los intereses de la oligarquía política y financiera y el segundo (pese a ser multimillonario) aglutinaba el voto de los perjudicados por la crisis, de los racistas blancos, de los misóginos, de quienes desean poner barreras a la inmigración hispana, y en general de los que quieren darse el gustazo de castigar al establishment por el motivo que fuere.

La irrupción de Trump en la vida política de Estados Unidos (y de rebote en el resto del mundo dada la importancia de ese país) ha roto los esquemas de la politología al uso y desbordado toda clase de previsiones. Cuando empezó la carrera de las primarias, la mayoría de los expertos lo catalogaron de "fenómeno pasajero" y hasta la plana mayor del Partido Republicano, formada por políticos profesionales, expresó su confianza en que su candidatura acabaría por ser derrotada. No fue así, y para sorpresa de todos, el señor Trump alcanzó la nominación del viejo partido conservador y con ella la oportunidad de enfrentarse a la señora Clinton que no tuvo las mismas dificultades en el bando demócrata.

Y aun entonces, los mismos politólogos que se habían equivocado de caballo en las primarias republicanas vaticinaron que un tipo maleducado, misógino, racista, metepatas y un completo ignorante en política exterior, sería derrotado por goleada por su oponente demócrata. Por cierto, una política de larga trayectoria que ya había vivido en la Casa Blanca durante los ocho años de mandato de su marido el presidente Bill Clinton (1993- 2001), y ejercido como Secretaria de Estado con Obama (2009-2013).

Poner la dirección de la primera potencia mundial en manos de un personaje tan poco fiable como Trump (nos advirtieron los expertos) representaría un peligro para la humanidad. Desgraciadamente, la propia campaña electoral nos confirmó que el número de personas que lo preferían a él como presidente en vez de a la señora Clinton se contaba por millones y la alarma se extendió. En los últimos días de campaña, el establishment movió sus poderosos resortes para conjurar el peligro. Aparecieron encuestas que situaban a Trump a la par en votos con la señora Clinton y las bolsas se deslizaron a la baja ante la eventualidad de una victoria del candidato con el pelo de color zanahoria.

En la etapa política que conocimos los de nuestra generación todos estos medios de persuasión de la opinión pública eran suficientes para excitar el llamado "voto del miedo" y empujar hacia las urnas a los votantes que pensaban abstenerse. Pero, en esta ocasión, está por ver que haya funcionado.

En cualquier caso, el fenómeno Trump debe ser objeto de estudio. Y meterlo en el amplio saco del populismo para explicarlo es simplificador. En algunos medios se le asimila con Berlusconi y con Beppe Grillo en Italia, con Pim Fortuyn en Holanda, con Nigel Farage (el padre del Brexit) en Gran Bretaña, con Coluche y Le Pen en Francia, con Podemos en España y con Syriza en Grecia. E incluso con el payaso mexicano Lagrimita que quiso ser alcalde de Guadalajara con este eslogan: "Ya es hora de que un payaso de verdad gobierne".

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