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La guerra disparó su coste

Cuando la Casa de Correos no estaba ni siquiera empezada, inopinadamente originaba el procesamiento de media corporación municipal, incluido el alcalde Andrés Corbal Hernández. Al conocerse tan sorprendente noticia el 21 de julio de 1915, el escándalo fue mayúsculo. Durante varios días no se habló de otra cosa en esta ciudad.

El teniente fiscal presentó la correspondiente querella, acusó a los implicados de dos delitos de malversación de fondos públicos y solicitó la suspensión de sus cargos.

Aplicada la medida de inmediato, la corporación municipal quedó descabezada. Junto con el alcalde resultaron procesados cuatro de los cinco tenientes de alcalde, Roque Rodríguez Castro, Vicente García Temes, José Loureiro Crespo y Francisco Paz Cochón, así como los concejales Juan Freijo, Arturo Rey, Faustino Guiance, Perfecto Cortegoso, Evaristo Cuiñas, Manuel G. Filgueira, Manuel Paz y José Boullosa. Su buen nombre sufrió un serio quebranto.

Unos meses después, la Audiencia Territorial levantó la suspensión decretada y repuso en sus puestos a todos los ediles. Pero el daño causado no tuvo remedio y la construcción de la Casa de Correos entró en una deriva total.

A poco de iniciarse la edificación, el Ayuntamiento se mostró incapaz de cumplir con los pagos al constructor y el problema no hizo más que agudizarse con el paso del tiempo. De modo que la paralización de la obra y la rescisión del contrato pendieron una y otra vez cuan espada de Damocles sobre la Casa de Correos.

La Sociedad de Canteros y Marmolistas presionó cuanto pudo, tanto al Ayuntamiento como al Gobierno Civil, en defensa de sus afiliados. Más de una vez arrancó unos pagos in extremis. Pero la cuestión económica terminó por desbordar ampliamente a todos los actores de esta singular historia.

A la hora de enfrentarse con el Estado para explicar la situación creada y demandar un incremento del presupuesto original, las sucesivas corporaciones apuntaron a la Guerra Europea, pese a la neutralidad española. Al conflicto internacional achacaron la escasez de hierro y cemento, con su consiguiente aumento de precio, así como también a la carencia o a la irregularidad de los transportes.

Igualmente denunciaron errores de cálculo muy graves en la redacción del proyecto. Como ejemplo de esos fallos incomprensibles señalaron que las 42 toneladas de hierro inicialmente previstas en la Casa de Correos, luego superaron las 100 toneladas; es decir más del doble.

El Estado se negó siempre a revisar el presupuesto y poner más dinero, porque culpó al Ayuntamiento de una gestión negligente. En contraposición al caso de Pontevedra, puso sobre la mesa otros edificios de Correos en León, Valencia, San Sebastián y Barcelona, que se acometieron al mismo tiempo y por el mismo sistema, sin arrastrar ninguna dificultad comparable.

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