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Donde le aprietan las clavijas a Galicia

Las puertas de la vida pesquera de Galicia giran sobre unos goznes con nombre propio: merluza (o pescadilla), gallo, jurel, caballa, sardina, anchoa, bonito y rape. Luego hay pequeñas bisagras que permiten la apertura y cierre de otras puertas menores no por ello menos importantes. Entre unas y otras puertas, la sociedad gallega puede hablar de economía, de trabajo, de rentabilidad, de europeísmo (de aquella manera) auspiciado por un gran gallego como don Salvador de Madariaga y de aporte de sapiencia pesquera no siempre bien entendida.

Pero se ve que la Comisión Europea (CE) quiere que todas y cada una de esas puertas que Galicia tiene abiertas en y para la UE, se cierren sistemáticamente en 2017 mediante la aplicación de cerrojos denominados TAC, cuotas y rendimiento máximo sostenible (RMS). El último de ellos es la pretensión de la CE de recortar -como ya ha informado este periódico- en casi un 39% la cuota de merluza y un 26% la de gallo en las denominadas aguas Ibéricas. A tales recortes suma Bruselas otro impensable: El de la cigala del Cantábrico, cuyo cupo quedaría en cero para el año próximo.

Así diseña la CE el año 2017 para las distintas flotas españolas, con una comunidad autónoma, la gallega, directamente afectada por un planteamiento absurdo que nadie entiende por más que Bruselas intente explicar sus medidas basándose en un impensable objetivo de lograr niveles "sanos y sostenibles" de todas las poblaciones rápido, rápido, rápido porque, según el comisario Karmenu Vella -que va a hacer buena a María Damanaki, antecesora en el cargo- la manida sobrepesca ha dejado los stocks en malas condiciones.

Pretende compensar las draconianas medidas con un incremento de 3.000 toneladas en la cuota de merluza del norte, que se halla en máximos históricos de biomasa, y de un 54% (no se asuste el lector) en las posibilidades de captura de rape en aguas del Cantábrico y atlánticas de la península Ibérica, cono lo que se pasaría de las actuales 2.569 toneladas a las 3.955 previstas para el año 2017. Claro que, a cambio y para más inri, rebaja un 11,9% la cuota de la especie en aguas del norte.

El arriba firmante no sabe qué tipo de bebedizo utilizan los responsables de la CE cada vez que se encuentran en sus libros gordos de Petete el nombre de España y, particularmente, el de Galicia. Porque la cabeza no les rige en demasía cuando piensan que, en poco más de un mes y medio, el Consejo de Ministros de la UE será quien decida.

La CE es quien pone la primera piedra a un edificio teórico de la socioeconomía de los Estados Miembros, que los albañiles (léase ministros) alistarán en una larguísima reunión que finalizará bien entrada la mañana del día siguiente al de inicio de la reunión del Consejo. Un edificio que, sin ser el que los socios de la UE quieren, al menos se aproximará un poco al que realmente necesitan para guarecer sus economías y para permitir a los respectivos ministros presumir de su lucha titánica para conseguir lo mejor para los suyos.

Pues, ¿saben lo que les digo? Que se vayan a apretar las clavijas a otros, porque las de los gallegos ya están enferruxadas por culpa de tanta maniobra estúpida diseñada por mentes demasiados frías que solo saben ver la paja en el ojo ajeno.

Me gustaría ser inglés por un momento y plantear un galexit que nos permitiese salir por la puerta grande de ese contubernio comunitario con el que tan pocas cosas dejan al común de los ciudadanos. Lo malo es que los necesitamos, a los muy jodidos.

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