Esta semana presentamos la colaboración de Abanca con el Foro Económico de Galicia que se concreta en el indicador de coyuntura del Foro. Los resultados con datos hasta 31 de agosto confirman la aceleración de la economía gallega. La actividad económica en agosto de 2016 fue un 3.4% más intensa que en el mismo mes de 2015. Esto nos sitúa en valores precrisis y en línea con las cifras para España. Seguramente, cuando el IGE publique su estimación de crecimiento para el tercer trimestre va a confirmar esta mejora; y a dar fundamento a la idea de que el crecimiento del PIB en 2016 alcanzará el 3%. Las cosas están yendo mejor de lo esperado hace un año.

Y aunque los datos no mienten, sigue habiendo un contraste entre ellos y la percepción de muchos ciudadanos, que insisten en la idea de que la mejora macroeconómica no se nota en la esfera micro, que la recuperación no está llegando a todos. La explicación a esta disonancia es doble.

En primer lugar, la dureza de la recesión. El duro quinquenio que travesamos entre 2009 y 2013 provocó heridas profundas: pérdidas de rentas para familias y empresas, pérdida de empleos, pérdida de recursos públicos. Y todo eso no es recuperable en uno o dos ejercicios. Tiene que pasar todavía un par de años más, al menos, a ritmos de recuperación como los actuales para que se normalicen muchas cosas. Porque todos seguimos conociendo personas en paro, los recortes en los servicios públicos siguen penalizándolos y los ingresos de una proporción sustancial de familias no son todavía los de 2008. Estamos en recuperación, pero todavía no recuperados. Como a una persona que la sacan de la UCI y la ingresan en planta.

En segundo lugar, es verdad que la salida de la crisis ha pivotado sobre una devaluación salarial que notan particularmente los jóvenes y los que han cambiado de trabajo. La desigualdad ha aumentado y eso también contribuye a esa disonancia.

Tenemos muchos deberes pendientes.

*Director del Foro Económico de Galicia