Tres instituciones, la Seguridad Social, la Justicia y la Universidad, jamás se pasan de alto a la hora de chequear las grandes inquietudes de nuestra sociedad convulsa. Incluso se podría pensar que en ellas se juega el futuro sostenible. Por intuición, las ciudades lo saben. Vigo, moviendo sus piezas del ajedrez urbano, sin profanar, las está poniendo en su mejor sitio. Es decir, les está encontrando el asiento acertado, los lugares más funcionales y emotivos.

Tres nuevas sedes, la Tesorería, la Ciudad de la Justicia y la sede Universitaria. Los edificios, comúnmente, llegan a edad más tardía que las personas y gozan de un privilegio: pueden vivir la aurora de una segunda juventud si la sensatez social lo permite. Ellos son la fuente primigenia del reciclaje que impulsa la Ley 8/2013 de rehabilitación, regeneración y renovación urbanas. En torno a 2019 conoceremos tres nuevos edificios que, si bien de modo diferente, tendrán las facciones de viejos conocidos.

Un sitio. La ribera del Berbés, la extensión natural de la costa. El sitio natural para preparar el cebo, salir al mar, desembarcar la pesca, contratar en lonja y luchar por que llegue el tren pesquero. Las gentes de mar se hicieron gentes de lucha y de ciencia. Al cobijo de sus arquerías (que persisten) nació la primera factoría y la primera gran belleza arquitectónica de Vigo, el amor genuino a la labor y la estereotomía de la piedra. La invectiva empresarial.

Y otro sitio. El Berbés desbordó. Hubo que fundar una ciudad para acoger el conglomerado expansivo de las fábricas de conservas y sus sinergias. En el transpuerto, muy accesible, sobre el eje viario a Teis, Redondela y Pontevedra, surgió "La Metalúrgica". Naves, talleres de maquinaria y construcción de envases de hoja de lata elaborados con minuciosidad, arte y color. Una suerte de "plateresco" que asoma su fachada escenográfica.

El "Pirulí" llegó el último. Los rascacielos son los auténticos señores del mundo urbano. Un punto culminante desde el que la ciudad abrió los ojos y sus ojos aprendieron a ver más allá del mar y del valle del Fragoso, a asumir la responsabilidad enorme del bienestar y la salud de esa inmensidad humana y económica de que ahora llamamos Área Metropolitana de Vigo. La Ciudad de la Justicia no hereda un sitio cualquiera.

Los espacios públicos y los edificios tienen el magnetismo del símbolo. Agrada que la Universidad descienda del monte y se moje en la cercanía ciudadana del Berbés. El edificio de la Seguridad Social que atenderá a decenas de miles de empresas y trabajadores se levantará tras una fachada fabril (con retirado respeto), todo un nudo simbólico para el mundo del trabajo y la empresa. Por último, estos días, el proyecto de Alfonso Penela, sobre la gran bandeja de una plaza pública, ofrece a la ciudad la torre del "Pirulí" en su recuperada imagen familiar.

Bajo estos movimientos sobre el tablero de ajedrez subyace un pacto moral. Un pacto de solidaridad a respetar entre los dos Vigo, el central y el periférico. Si bien las tres intervenciones son muy céntricas, la rehabilitación, regeneración y renovación urbanas, son algo que atañe al conjunto del territorio. Beade, al acoger el hospital Álvaro Cunqueiro, cede sitio a la Ciudad de la Justicia. Tampoco sin el Campus de Marcosende habría sede universitaria en el Berbés, ni la Tesorería de la Seguridad Social tendría mucho que administrar sin el Área Metropolitana.

La ciudad construida y los edificios, la herencia de quienes nos precedieron, es útil de gran valor y, a la vez, un manto fósil donde el peso del pasado nos puede asfixiar. En las tres actuaciones, Ciudad de la Justicia, Tesorería de la Seguridad Social y sede Universitaria del Berbés, se supo combinar con destreza, la tolerancia y la radicalidad intelectual. El resultado: tres aciertos para Vigo.

*Arquitecto