No es de extrañar que algunos republicanos, tras conocer el contenido del vídeo publicado el pasado viernes por el Washington Post, en el que Donald Trump aparece diciendo obscenidades sobre las mujeres, hayan pedido la renuncia del candidato a la presidencia. "Con el debido respeto le pido que dé un paso hacia un lado", dijo Mike Lee, senador por Utah. La congresista de Alabama Martha Roby aseguró incluso que no votará por él. Resulta que el 8 de noviembre, además de celebrarse las elecciones presidenciales, se disputarán numerosos escaños en el Senado (34) y en la Cámara de Representantes (435). Y el partido, como es lógico, pretende mantener la mayoría en las dos cámaras. No sabemos qué efecto tendrá el "fenómeno Trump" en las campañas locales, pero la complejidad demográfica del país sugiere que los exabruptos del magnate pueden perjudicar seriamente a algunos de los aspirantes.

Queda menos de un mes para que llegue el desenlace de esta historia de terror y habría que empezar a preguntarse qué tipo de edificio ideológico se construirá sobre las ruinas del Partido Republicano en el caso de que este tenga que lidiar con unas cuantas derrotas inesperadas. Qué relato comenzará a desarrollarse desde las filas conservadoras si el entusiasmo inicial que despertó el millonario entre los votantes republicanos no consigue alcanzar una dimensión nacional y acaba diluyéndose, como cualquier viejo movimiento radical, en un mar de frustraciones efímeras. Hay algo todavía más difícil que fundar un partido: refundarlo. Recuperarse de la corrupción no es tarea sencilla, pero hasta la ignominia puede justificarse ante la opinión pública como un hecho aislado oportunamente atribuido a "ovejas descarriadas" o "manzanas podridas" que no representan los valores de la siempre honrada militancia. Cuando lo que se pone en duda es la misma doctrina, sin embargo, es mucho más complicado reparar el daño.

Por eso uno observa con preocupación el suicidio televisado de la socialdemocracia española, ya que, electoralmente, se castiga mucho más el no saber por lo que se lucha que luchar por una idea equivocada. A los republicanos (en el supuesto caso de que pierdan, insisto) no les quedará más remedio que explicar a los ciudadanos qué hicieron mal en los últimos años para que un hombre sin compromiso político ni vocación de servicio público conocida, con un mensaje inequívocamente racista y misógino, no solo consiguiera infiltrase en su territorio con la insultante intención de pasar un buen rato, sino que, para colmo, lograra también convencer a los electores de que semejantes propuestas tienen algo que ver con la respetable filosofía de la institución. Costará mucho sobrevivir a este "momento Joseph McCarthy" (el senador que impulsó la conocida "caza de brujas"), como lo calificó David Brooks en el Times, puesto que -escribe el columnista- "la gente será juzgada por cómo se posicionó en este momento. Aquellos que apoyaron a Trump estarán contaminados de por vida después de la degradación de los estándares y la masacre de las elecciones generales".