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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La paciencia

Ha dicho. el señor alcalde de O Ferrol, que esperará "con paciencia" al PSOE para reconducir el pacto existente allí entre los socialistas y el partido que ostenta la máxima responsabilidad, que es En Marea. Y si esa organización no profesara el laicismo -o quizá el agnosticismo- le sería útil al regidor invocar al Santo Job, que tal y como está la cosa en casa de su socio, la tarea muy probablemente irá para largo.

(Dicho eso, habrá -el alcalde- de esperar no sólo que doña Beatriz Sestayo, que es la que manda en la parte contratante de la segunda parte, otorgue su nihil obstat al arreglo al que puedan llegar, sino a un cambio en la política general de pactos que una posible abstención del PSOE en el próximo debate de investidura -si lo hubiere- desencadene. De momento, la presidenta local de A Coruña, Mar Barcón, ya pidió que se reflexione sobre ello, y el número dos de Podemos anda en avisos de ruptura.)

En todo caso, y pase lo que pase, la crisis de Ferrol, que surgió antes de la implosión del PSOE, puede ser una especie de anticipo de lo que podría pasar en el resto de este antiguo Reino. Imposible ya que los acuerdos actuales de la izquierda sirvan para el asalto de la Xunta, y visto el panorama, habrá que ver a quién le interesa en un futuro mantenerlos, o renovarlos, de cara a las municipales del 2019.

Eso aparte, conviene no olvidar los resultados que en el tiempo que llevan de vigencia en tres de las grandes ciudades gallegas han sido decepcionantes. Hasta el punto de que fueron calificados de "malos gobiernos" por personajes socialistas tan distintos como los señores Leiceaga y Caballero, a pesar de que su partido los apoya. Y ahí están sus recientes datos electorales.

Es verdad que son difícilmente extrapolables las cifras de las municipales y autonómicas y generales, pero el 25-S, y las encuestas -aunque sigan sin ser muy de fiar- no le auguran precisamente un horizonte despejado. De tal modo que el alcalde de Ferrol habría hecho mejor en pedirle "paciencia" a sus convecinos antes que a sus aliados. Porque la van a necesitar bastante más ante el calendario y las circunstancias que tienen por delante.

Dicho eso, y desde una opinión personal, lo que se demuestra con lo que ocurre en la ciudad departamental es lo que ha pasado antes en otras: que justificados por la hipotética "mejor gestión" que pueden llevar adelante las alianzas de minorías frente a la mayoría, la realidad acaba por romperlos o hacerlos chirriar. Y aunque sean legales, sólo los tercos miopes los mantienen como solución. Hay alguna excepción, pero sólo sirve para confirmar la regla de su inutilidad.

¿Eh...?

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